jueves, 19 de septiembre de 2013

Dormida

Autor: José Martí


    De sus pestañas al peso
    El ancho párpado entorna,
    Lirio que al sol que se torna
    Se cierra pidiendo un beso.

    Y luego como fragante
    Magnolia que desenvuelve
    Sus blancas hojas, revuelve
    El tenue encaje flotante:

    De mi capricho al vagar
    Imagínala mi amor,
    ¡Una Venus del pudor
    Surgiendo de un nuevo mar!

    Cuando la lámpara vaga
    En este templo de amores,
    Con sus blandos resplandores
    Más que la alumbra, la halaga.

    Cuando la ropa ligera
    Sobre su cutis rosado,
    Ondula como el alado
    Pabellón de primavera.

    Cuando su seno desnudo,
    Indefenso, a mi respeto
    Pone más valla que el peto
    De bravo guerrero rudo.

    Siento que puede el amor,
    Dormida y desnuda al verla,
    Dejar perla a la que es perla,
    Dejar flor a la que es flor.

    Sobre sus labios podría
    Los labios míos posar,
    Y en su seno reclinar
    La pobre cabeza mía.

    Y con mi aliento volver
    Mariposa a la crisálida;
    Y a la clara rosa pálida
    Animar y enrojecer.

    Pero aquí, desde la sombra
    Donde amante la contemplo,
    Manchar no quiero del templo
    Con paso impuro la alfombra.

    Al acercarme, en ligera
    Procesión avergonzado,
    ¿No volaría el alado
    Pabellón de primavera?

    ¡Al reflejarme el espejo,
    Que la copia entre albas hojas,
    Negras las tornara y rojas
    De la lámpara al reflejo!

    Dicen que suele volar
    Por los espacios perdida
    El alma, y en otra vida
    Sus alas puras bañar.

    Dicen que vuelve a venir
    A su cuerpo con la aurora,
    Para volver -¡la traidora!-
    Con cada noche a partir.

    Y si su espíritu en leda
    Beatitud los cielos hiende,
    De esa mujer que se extiende
    Bella ante mí, ¿qué me queda?

    Blanco cuerpo, línea fría,
    Molde hueco, vaso roto,
    ¡Y viajera por lo ignoto
    La luz que los encendía!

    Y, ¿a mí, que tanto te quiero,
    Delicada peregrina,
    Turbar la marcha divina
    De tu espíritu viajero?

    ¡Duerme entre tus blancas galas!
    ¡Duerme, mariposa mía!
    Vuela bien: - ¡mi mano impía
    No irá a cortarte las alas!-.

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