Para mis amigos pobres de la niñez
" La vida está muy grande, amigos míos.
Nos ha crecido mucho desde el juego
y ya no cabe entera en la alegría
La sangre era distinta cuando entonces,
apenas si notaba que vivía,
estábamos en casi Dios aún
y toda la semana era domingo.
Nos fuimos a ser hombres separados,
a ser tiempo medido con distancias,
a no saber los unos de los otros
ni un poco de raíz de nuestra pena
Vinieron los oficios de mano y de cerebro
y cada amigo aquel se fue agrietando
en eso que ha de hacerse cada día
y en ese darse entero a los abriles
que legan por la sangre y se hacen hijos.
El blanco movimiento del saludo,
acaso porque yo manejo letras y creéis
que soy rico en orgullo aunque no gane
un sueldo, como Juan, por la madera
que mansa hasta la forma de una silla.
Admiro a Joselito, por los hierros
que ataca sobre el yunque como a tigres.
Me duelen los ladrillos que Agustín
levanta a pleno sol de la aspereza,
hasta una altura tal en que sus manos
parecen duras flores de otro mundo.
No olvido a los del campo,
los que inventan el pan con la tierra y la lluvia
y sudan bajo el sol, el mismo sol
que siempre está en las tardes de los niños.
La vida se ha hecho cuesta,
castigo de colegio en primavera,
y poco a poco calles y palabras
resuenan en el pecho a campanas leídas.
Acaso ser poeta será para nosotros
pretexto en que librarse de herramientas,
y no sabéis que un verso es como un hombre
que lleva dentro un niño sorprendido
de ver lo travesura que es la vida. "
" La vida está muy grande, amigos míos.
Nos ha crecido mucho desde el juego
y ya no cabe entera en la alegría
La sangre era distinta cuando entonces,
apenas si notaba que vivía,
estábamos en casi Dios aún
y toda la semana era domingo.
Nos fuimos a ser hombres separados,
a ser tiempo medido con distancias,
a no saber los unos de los otros
ni un poco de raíz de nuestra pena
Vinieron los oficios de mano y de cerebro
y cada amigo aquel se fue agrietando
en eso que ha de hacerse cada día
y en ese darse entero a los abriles
que legan por la sangre y se hacen hijos.
El blanco movimiento del saludo,
acaso porque yo manejo letras y creéis
que soy rico en orgullo aunque no gane
un sueldo, como Juan, por la madera
que mansa hasta la forma de una silla.
Admiro a Joselito, por los hierros
que ataca sobre el yunque como a tigres.
Me duelen los ladrillos que Agustín
levanta a pleno sol de la aspereza,
hasta una altura tal en que sus manos
parecen duras flores de otro mundo.
No olvido a los del campo,
los que inventan el pan con la tierra y la lluvia
y sudan bajo el sol, el mismo sol
que siempre está en las tardes de los niños.
La vida se ha hecho cuesta,
castigo de colegio en primavera,
y poco a poco calles y palabras
resuenan en el pecho a campanas leídas.
Acaso ser poeta será para nosotros
pretexto en que librarse de herramientas,
y no sabéis que un verso es como un hombre
que lleva dentro un niño sorprendido
de ver lo travesura que es la vida. "
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