sábado, 23 de noviembre de 2013

Levantando los puños contra la opresión

A 45 años de la famosa fotografía de Tommie Smith y John Carlos levantando el puño en las Olimpiadas de México 68, Manel Ros (@manelrosalvador) nos explica la historia que hay tras la imagen.



Han pasado ya 45 años desde que Tommie Smith y John Carlos levantaron los puños en las Olimpiadas de México de 1968 y, a pesar de todo este tiempo, sigue siendo una de las imágenes políticas con más fuerza de la historia. Pero, a pesar de lo que puede parecer, esa acción no fue el arrebato de un momento de espontaneidad, sino el fruto de una organización previa.
La historia de la relación entre la lucha contra el racismo y el deporte viene de largo en EEUU. De hecho, la acción que llevaron a cabo Smith y Carlos el miércoles 16 de octubre de 1968 sólo fue una consecuencia natural de todo lo que estaba pasando en EEUU durante aquella época. Las personas negras de EEUU estaban llevando a cabo una larga y dura lucha contra la discriminación y el racismo en áreas como la educación, la vivienda, las condiciones de trabajo, el derecho a voto, etc. Sólo era cuestión de tiempo que todo esto se trasladara al deporte y en concreto al atletismo.
Durante el año 1968 el mundo estaba en constante convulsión. La ofensiva del Tet en Vietnam por parte del ejército vietnamita, los tanques soviéticos aplastando la primavera de Praga contra la dictadura estalinista, el asesinato de Martin Luther King en Memphis cuando apoyaba la huelga indefinida de más de 1.200 basureros, el nacimiento del Partido de las Panteras Negras o la huelga general más masiva de la historia en el mayo del 68 francés son algunos de los hechos más destacados.

El OPHR

En otoño de 1967 los atletas negros de EEUU se organizaron alrededor del Olympic Project for Human Rights (OPHR) para organizar el que debía ser el boicot a los Juegos Olímpicos (JJOO) de México 68. De hecho Tommie Smith fue uno de sus primeros portavoces. El OPHR estuvo fuertemente influenciado por la lucha por los derechos civiles y tenía como principal objetivo mostrar al mundo cómo EEUU vendía una mentira al mundo a través de sus atletas.
Pero como ocurre muchas veces el OPHR comenzó por razones mucho más básicas. Uno de sus promotores, el corredor de 400 metros lisos y ganador de dos medallas de oro en México 68, Lee Evans, explica que todo empezó cuando “nadie nos quería alquilar una casa cerca de la universidad. Así es como decidimos organizar el OPHR”.
El OPHR tenía seis demandas claras: que se le devolviera el título de campeón del mundo de pesos pesados de boxeo a Mohammed Alí, quitar a Avery Brundage como presidente del Comité Olímpico Internacional, prohibir a los regímenes de apartheid de Sudáfrica y Rhodesia la participación en los JJOO y otras competiciones, boicotear el New York Athletic Club, que se contrataran más entrenadores negros y la completa y total desagregación del New York Athletic Club.
Hay que recordar que Brundage era miembro del Comité Olímpico de EEUU durante los JJOO de 1936 en Berlín, bajo el régimen nazi, y que fue uno de los principales defensores de estos juegos, haciendo un llamamiento en contra de su boicot y alabando las virtudes de Hitler.
Durante un primer momento el OPHR y sus miembros hicieron un llamamiento a boicotear los JJOO de México. El debate dentro del mundo del atletismo, y concretamente dentro del atletismo negro, fue muy fuerte. Muchos atletas se habían preparado toda su vida para ese momento y era difícil pedir que se quedaran en casa a ver los JJOO por televisión. La mayoría de atletas negros decidieron que, aunque apoyaban las demandas del OPHR, irían a México.
El 2 de octubre, diez días antes de que comenzaran los Juegos y siguiendo las revueltas que se daban por todo el mundo, el Consejo Nacional de Huelga, que coordinaba un potente movimiento estudiantil y de docentes contra la política educativa del gobierno mexicano, convocó una manifestación en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. El estado mexicano reprimió las protestas estudiantiles con la matanza de cientos de personas, para más tarde bautizar cínicamente la olimpíada como “los juegos de la paz”.
La represión sirvió para aplastar el movimiento estudiantil, pero a la vez sirvió para dar un toque de atención a aquellas personas que pretendían convertir los juegos en un espacio donde hacer proclamas políticas.

Más que guantes de cuero

Fue en la carrera de 200 metros lisos donde Smith ganó la medalla de oro y estableció un nuevo récord mundial; Carlos quedó tercero, ganando la medalla de bronce y el segundo fue Peter Norman, un atleta australiano.
La bandera americana se levantaba y sonaba el himno de EEUU. Fue entonces cuando bajando la cabeza, los dos atletas levantaron el puño dejando para la historia una de las imágenes de rebelión más potentes. Cada uno de ellos con un guante de cuero negro. Pero en la famosa imagen había muchos más símbolos que los guantes y los puños levantados.
Ni Tommie Smith ni John Carlos llevaban zapatos para protestar por la pobreza que sufrían la población negra en EEUU. John Carlos llevaba collares, para protestar contra los linchamientos de negros. Y como se puede ver en la foto también llevaban las insignias de la OPHR en el chándal. Incluso el australiano Peter Norman, que se enteró de lo que querían hacer los atletas negros justo antes de salir, les pidió una de las insignias para llevarla él también. Acción que le conllevaría muchos problemas en su carrera deportiva.
Pocas horas después Smith y Carlos eran expulsados de la Villa Olímpica. Fue el propio Avery Brudnage el que hizo todo lo posible para expulsarlos de los Juegos. Brundage, mientras se opuso al saludo del Black Power, no tuvo ningún problema con los saludos nazis en las Olimpiadas de Berlín. La razón, según decía el Comité Olímpico, era que el saludo nazi era en la época el saludo nacional alemán. En cambio el puño cerrado no pertenecía a ninguna nación.

El precio a pagar

Aunque muchas veces se ha dicho que se les quitó las medallas, esto no ocurrió. Pero pasaron cosas mucho peores. Los Angeles Times acusó a Smith y Carlos de hacer “un saludo nazi” y la revista Time dijo que aquello era “asqueroso y feo”.
Pero Carlos y Smith tenían muy claro lo que habían hecho. El propio Carlos estuvo con Martin Luther King diez días antes de que le asesinaran, en abril del mismo año. King le comentó que había recibido una carta con una bala dentro: “recuerdo mirarlo a los ojos para ver si tenía miedo, y no vi ningún miedo. No tenía miedo”. Aquello, asegura Carlos, hizo cambiar su manera de ver las cosas: “nunca más tendría miedo de mis oponentes, sólo amor por la gente por la que lucho”. Si se mira bien la foto, mientras que Smith y Norman tienen el chándal abrochado, Carlos lo tenía desabrochado, un incumplimiento de las normas olímpicas. Debajo llevaba una camiseta totalmente negra para tapar el logo de EEUU. Con esto quería representar a la gente trabajadora, tanto negros como blancos, “los que nunca salen en ninguna parte y su contribución a la sociedad nunca es reconocida”.
Las amenazas de muerte habían sido una constante antes y durante los Juegos, lo que también se refleja en la imagen. Mientras que el brazo de Smith está totalmente recto, con el puño alzado al máximo, el brazo de Carlos está ligeramente doblado. Según Carlos esto fue porque quería asegurarse de que en caso de que alguien los quisiera hacer bajar del podio, él estaría preparado para evitarlo con todas sus fuerzas.
Mientras levantaban el puño, el estadio se quedó totalmente en silencio. Más de 50.000 personas se quedaron de golpe calladas. Cuando empezó a sonar el himno, los empezaron a abuchear. Carlos y Smith explican que durante el himno tenían miedo, debido a las amenazas de muerte, que alguien les disparara. Cuando bajaron del podio y se dirigían hacia los vestuarios la bronca era aún peor y la gente les empezó a tirar cosas y algunos les gritaban: “¡Negros, volved a África!”. Desde ese momento la vida de dos jóvenes atletas estadounidenses, y de un australiano, cambiaría para siempre.
Los problemas y la presión que sufrieron los tres atletas después de aquel 16 de octubre tuvieron consecuencias muy graves para sus vidas y la de sus familias. En 1977 la mujer de John Carlos se suicidó. Según el propio Carlos, la falta de apoyo con la que se encontró a raíz de toda la presión que conllevó la acción de su marido, la llevó a la depresión y al suicidio. A Carlos le era muy complicado encontrar trabajo una vez regresó. Tenía cuatro niños “y algunas noches debía romper algunos muebles para hacer fuego en medio de la habitación y poder calentarnos un poco”.
Pero a pesar de todo, ninguno de los tres atletas se arrepintió nunca de lo que hicieron. La imagen 45 años después continúa siendo un símbolo de libertad y de lucha por los derechos civiles, pero también para cambiar el mundo entero.

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