BBC Mundo, Washington (@bbc_sparrow)
"Nunca he subestimado las dificultades para avanzar este año".
La frase la pronunció el jueves el presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, John Boehner, para referirse a uno de los temás más controversiales e importantes del gobierno del presidente Barack Obama: el proyecto de reforma migratoria, que ha estado estancado desde hace meses en ese órgano legislativo y pretende buscar una fórmula legal para los 11 millones de indocumentados que se cree hay en el país.
(Boehner le puso un freno al impulso que había ganado la idea de una reforma migratoria en 2014)
Así, Boehner no sólo le puso un freno al impulso moderado que había ganado el proyecto hacía apenas una semana, cuando su partido, el republicano, presentó una lista de principios para avanzar "paso a paso" en el tema, sino que además recordó que la reforma todavía está afectada por obstáculos considerables
"Confianza"
Durante su rueda de prensa del jueves, el mismo Boehner no dudó en culpar al presidente Obama de esas dificultades, al argumentar que hay un problema de "confianza" en el gobierno.
Aunque Boehner aseguró que la reforma "tiene que ser resuelta", agregó que "hay dudas generales sobre si se puede confiar en esta administración para hacer cumplir nuestras leyes".
"Va a ser difícil avanzar en cualquier legislación sobre migración hasta que eso cambie", aseguró.
En particular, la crítica de Boehner se refiere a la decisión del presidente Obama de firmar órdenes ejecutivas para avanzar su agenda cuando no pueda hacerlo a través del Congreso. Fue un tema que el mandatario presentó en su reciente discurso del Estado de la Unión y que fue criticado por los republicanos.
Aunque los analistas consideran que la reforma migratoria no es un tema que el presidente puede resolver con una orden ejecutiva, el debate sobre esa forma de gobierno sí ahondó las divisiones generales entre los dos partidos y puede terminar por afectar las discusiones migratorias.
En general, el partido republicano favorece una reforma más progresiva, quizás a través de proyectos de ley individuales, mientras el gobierno aboga por una reforma más integral.
La Casa Blanca respondió a los comentarios de Boehner al decir que "no tienen nada que ver con el presidente" y "los retos dentro del Partido Republicano con este tema son bien conocidos".
Problemas partidistas
Ese comentario de la Casa Blanca apunta a un segundo obstáculo en la reforma migratoria: el partido republicano, que tiene la llave para destrabar el proyecto en la Cámara de Representantes, está ampliamente dividido.
Un ejemplo ilustra esa división: tras un discurso del Estado de la Unión, el partido opositor normalmente escoge una figura para presentar su respuesta. En 2014, diferentes respuestas estuvieron a cargo de Cathy McMorris Rodgers, Mike Lee, Rand Paul e Ileana Ros-Lehtinen. Eso sin contar las opiniones individuales que surgieron después en entrevistas y comunicados.
En su momento, el diario The Washington Post explicó que "la ráfaga de reacciones refleja en parte la batalla de poder en las filas republicanas, donde bloques en conflicto -desde líderes en el Congreso hasta organizaciones conservadoras- han discutido sobre la plataforma del partido y la estategia en un gobierno dividido".
Esa estrategia, por supuesto, incluye las posturas sobre una reforma migratoria. Si bien la lista de principios que presentó el partido hace una semana para buscar una reforma fue interpretada como un comienzo para discutir con los demócratas, también dejó en evidencia las pugnas internas entre las diferentes facciones dentro del partido.
Algunos miembros del partido rechazaron los estándares de entrada y otros dijeron que no era el momento para buscar soluciones a temas polémicos en pleno año electoral.
Elecciones de mitad de periodo
La mayoría de congresistas en Washington tiene sus ojos puestos en las elecciones de mitad de periodo, previstas para noviembre y en las que está en juego buena parte de las curules en el Capitolio.
La reforma migratoria es un tema particularmente competido en ese contexto electoral. Muchos republicanos quieren ganar terreno atrayendo el voto latino -que tiende a favorecer a los demócratas- pero hay otros miembros de ese partido que consideran que pueden terminar lastimados electoralmente si demuestran su apoyo abierto a la reforma.
Esa división republicana tiene el potencial de complicar la estrategia general del partido de cara a unas elecciones que tienden a ser una batalla entre las bases partidistas.
De ahí que muchos en el partido consideren que es mejor no avanzar en la reforma sino hasta después de noviembre. Las declaraciones de Boehner del jueves pueden entenderse en ese sentido.
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