miércoles, 12 de febrero de 2014

El abecedario de Julio Cortázar

Hoy se cumplen 30 años de la muerte del escritor argentino, cuya vida recorre «Cortázar de la A a la Z», un excepcional libro con abundante material gráfico inédito en diálogo con sus textos




Julio Cortázar nació accidentalmente en Bruselas en 1914 y murió en París en 1984 sin haber cumplido los 70. Este año se cumple el 30 aniversario de su muerte (hoy, 12 de febrero) y el centenario de su nacimiento (el próximo 26 de agosto) y los homenajes al escritor argentino se suceden en todo el mundo. Pero, uno de los acontecimientos literarios más importantes ha sido la publicación de«Cortázar de la A a la Z. Un álbum biográfico» (Alfaguara), un excepcional libro editado por la viuda de Cortázar, Aurora Bernárdez, y Carles Garriga que recoge abundante material gráfico en diálogo con textos del autor argentino.

Se trata de una iconografía comentada por el autor en la que las imágenes (muchas de ellas inéditas) y los textos están dispuestos por orden alfabético (Abuela, Acotaciones, Adolescencia... y así hasta Zzz) hasta conformar una biografía que es casi un objeto de coleccionista. «Una biografía bien hecha, que es lo que habría que hacer algún día, lleva entre cinco y diez años. Nos pareció que el mejor homenaje sería ofrecer la riquísima iconografía del autor», explica Carles Álvarez Garriga en conversación telefónica.
Fotos, libros (están recogidas las cubiertas de las primeras ediciones de todos los libros de Cortázar), objetos y textos inéditos (entrevistas, cuentos, novelas y poemas y cartas) se despliegan ante el lector, que se convierte en privilegiado espectador de la vida del escritor argentino. «Cortázar escribía o muy seguido (como los cuatro años que dedicó a"Rayuela") o las ingeniosidades las apuntaba en un papel y lo guardaba. De hecho, tenía un cajón lleno de estas ingeniosidades y a Aurora y a mí nos pareció que este libro era el lugar idóneo para publicar estospapelitos inéditos». Uno de esos «papelitos» mencionados por Álvarez Garriga es el epígrafe correspondiente a «Poetas Chinos», un poema que Cortázar escribió en la servilleta de un bar.
Pero, además de los poemas, entre esas «ingeniosidades» hay frases, proyectos para cuentos e, incluso, anotaciones que el autor hacía cuando se despertaba en mitad de un sueño. «La vida onírica de Cortázar es apasionante. Era un tipo que soñaba mucho. Aurora también, y por la mañana se contaban los sueños y él lo anotaba». De hecho, según cuenta Álvarez Garriga, una de las últimas frases del escritor en el hospital, poco antes de morir, fue: «Voy a bajar a la ciudad». La ciudad a la que Cortázar se refería era la que tantas veces había soñado y ya era capaz hasta de dibujar.
«Lo que creo que hace muy particular el libro es que se ve a unCortázar doméstico. Lo vemos con su familia, con su abuela, con su madre, con sus dos esposas, con sus amigos (Buñuel, Alberti, García Márquez, Carlos Fuentes...), pero también los lugares a los que viajó». De ahí que una de las grandes dificultades en la elaboración haya sido encontrar una ilustración para cada texto, y viceversa.
Así, al llegar al epígrafe «Gabo» encontramos tres fotografías de Cortázar y García Márquez en actitud cómica y descubrimos la fascinación que, desde el primer momento, el argentino experimentó hacia «Cien años de soledad». «En 1967 le llega el mecanuscrito y lo lee fascinado en cinco días. Durante esos días, Aurora y él iban a comer al bar porque nadie quería cocinar para no perder el tiempo».
Entre las «rarezas» de la obra, además de la medalla de bautismo del autor y su partida de nacimiento, Álvarez Garriga destaca una carta que Cortázar envió a Alejandra Pizarnik en la que incluyó dos de sus cabellos. «Eso da pie a que un día hagamos un análisis de ADN y logremos un clon de Cortázar», bromea el editor. Una «rareza» muy cortazariana que dialoga con su máquina de escribir (cuya cinta de fieltro estaba desierta por culpa del paso del tiempo) o el carnet que usaba para entrar gratis al Pompidou de París y dibujos nunca antes vistos. «No es un álbum para nada aburrido, es muy divertido. No todo es cómico, pero hay cosas de una comicidad increíble».

Una persona «sin dobleces»

Como explica el editor, «Cortázar no tiene dobleces». «Solo tuvo dos enemigos en su vida y no voy a decir nombres porque lo sé de forma privada. Uno lee los cinco volúmenes de las cartas y nunca lo descubre en falso. Era un tipo auténtico, con un gran sentido del humor, una extraordinaria agilidad para la prosa y una gran empatía». Esta última cualidad es la que más le gusta a Álvarez Garriga, quien considera que la etapa política de Cortázar y algunos poemas de juventud son los únicos puntos negros de su obra. «Él era un poco cursi. Es lo que los argentinos llaman "tienes el corazón de galletita". Aunque prefiero esa cursilería a la seriedad del macho ibérico».
Pese al interés que despertaba y a la fama sobrevenida, a Cortázar no le interesaba mucho su vida y no era muy amigo de biografías (escribió una fantástica biografía poética de John Keats que Alfaguara reeditará en breve). «Como en su día dijo Carlos Fuentes, "Julio sabía muy poco de su propia vida". Tenemos la suerte de que se puede reconstruir su vida gracias a la correspondencia, pero en las entrevistas él no daba detalles de su vida». Según su viuda y coeditora de este libro, «a Julio no le interesaban los chismes, ni los suyos ni los de otros». «Eso le distinguía de Borges y Casares, que se pasaron la vida chismeando y hablando de sus amigos», remata Álvarez Garriga.

«Viaje a través de Cortázar» en Casa de América

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