Mariano Aguirre
Especial para BBC Mundo
Las recientes denuncias sobre atrocidades cometidas en Sudán del Sur, República Centroafricana, Siria, Myanmar o México vuelven a mostrar la brutalidad que se alcanza en las guerras y situaciones conflictivas, y llevan a preguntarse si vivimos en un mundo más o menos violento que hace décadas atrás.
Conocer el número y el impacto social del concepto víctimas tiene implicaciones tanto para prevenir guerras como para definir responsabilidades.
Las recientes denuncias sobre atrocidades cometidas en Sudán del Sur, República Centroafricana, Siria, Myanmar o México vuelven a mostrar la brutalidad que se alcanza en las guerras y situaciones conflictivas, y llevan a preguntarse si vivimos en un mundo más o menos violento que hace décadas atrás.
Conocer el número y el impacto social del concepto víctimas tiene implicaciones tanto para prevenir guerras como para definir responsabilidades.
El centenario de la Primera Guerra Mundial en 2014 revive escenas de millones de soldados muriendo en las trincheras y un continente afectado por la violencia.
Al mismo tiempo que se conmemora aquella confrontación, gobiernos y expertos anuncian que la alta tecnología, especialmente la robótica, permite hoy hacer la guerra con más precisión y menos víctimas colaterales.
A primera vista, la violencia, cuantitativa y cualitativamente, no parece haber cambiado. Por una parte, hay numerosos conflictos armados y matanzas.
Por otra, se usan antiguas y nuevas formas de violencia, sean atentados a escuelas en Nigeria o centros comerciales en Nairobi, ataques suicidas en zonas comerciales en ciudades de Pakistán, enfrentamientos entre grupos de identidad y gobiernos como recientemente ocurre en el fuego cruzado de identidades e intereses nacionales y regionales en Siria, con un coste humanitario de más de 100.000 muertos desde 2011.
Los datos, sin embargo, muestran una realidad matizada: comparando con décadas atrás hay un menor número de guerras y menos víctimas mortales.
Esto no significa que no haya un inmenso sufrimiento humano y graves impactos como la destrucción de infraestructura y el creciente número de refugiados en el mundo.
¿Por qué hay menos guerras?
La paz es una de las grandes pero silenciosas buenas noticias de nuestro tiempo, pero no se trata de un camino fácil ni un escenario perfecto", dice Dan Smith director de la ONG International Alerty autor de The State of the World Atlas, un excelente resumen de tendencias globales.
A partir del final de la Guerra Fría ha disminuido el número de conflictos armados, de 50 en 1990 a 35 en 2011 (en los cuales haya habido al menos 1.000 víctimas mortales al año) según el proyecto conjunto del Uppsala Conflict Data Program (UCDP) y el Peace Research Institute Oslo(PRIO).
Si se contabilizan conflictos con menos número de víctimas la lista llegó en 2011 a 98.
Una serie de factores se han combinado para esta disminución. Por un lado, el fin del colonialismo llevó a su fin a muchas guerras de liberación nacional.
Los estados, además, cuentan con más instrumentos jurídicos internacionales y capacidad de mediación y resolución de conflictos. Por ejemplo, organizaciones multilaterales como Naciones Unidas y regionales como la Unidad Africana o la Organización de los Estados Americanos han ganado experiencia en gestionar conflictos entre estados.
El doble efecto de la internacionalización
Entre 1989 y 2013 se firmaron en el mundo 35 Comprehensive Peace Accords (Acuerdos de Paz Amplios) según la base de datos de la University of Notre Dame's Kroc Institute for International Peace Studies.
También desde el final de la Guerra Fría ha habido un aumento notable del número de operaciones de mantenimiento de la paz.
Para el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) el descenso del número de conflictos armados y víctimas desde 1989 se ha debido también a la "drástica disminución de la implicación de grandes potencias en conflictos locales".
Esta tendencia, sin embargo, se ha visto afectada negativamente por las guerras en Afganistán, República Democrática de Congo y actualmente en Siria, donde hay una internacionalización, o implicación de diversos estados (Rusia, Irán, Turquía, Qatar, Estados Unidos, entre otros).
La internacionalización produce el doble efecto de acelerar el conflicto en el país y diseminarlo regionalmente.
Diversidad de conflictos armados
Los conflictos violentos actuales se analizan en torno a tres ejes: aquellos en los que el Estado desempeña un papel; en los que la disputa es entre actores violentos no estatales; y en casos donde el Estado o grupos armados usan la violencia contra civiles indefensos.
La competencia por recursos minerales, tierras cultivables, y hasta la ayuda humanitaria indican que las razones económicas animan muchos de los conflictos armados.
En el primer caso, los conflictos suceden dentro de estados individuales, entre estados, o situaciones en las que concurren diversos estados de forma directa o indirecta. Los más frecuentes, alcanzando el 70% del total, suceden dentro de un estado y se libran entre un gobierno y uno o más grupos armados. Le siguen los conflictos internacionalizados, como el de la República Democrática de Congo y Siria.
En el segundo caso, se producen conflictos entre actores armados no estatales, por ejemplo grupos étnicos o religiosos o, crecientemente, bandas criminales.
El SIPRI contabilizó 38 conflictos de este tipo en 2011 incluyendo, por ejemplo, la violencia entre carteles de la droga en México. Muchos de estos grupos armados actúan por intereses económicos y no en función de causas políticas.
En el tercer caso, la violencia la ejercen el estado o grupos armados contra civiles no organizados militarmente. En total se registraron 23 situaciones en 2011, en un arco que va desde Somalia, Nigeria y Sudán hasta México, Afganistán, Myanmar, Irak y Siria.
Difícil contar las víctimas
Esta constelación de conflictos y formas varias de violencia produce un número de víctimas difícil de contabilizar. Milton Leitenberg, de la Universidad de Cornell, estimó en 2006 que en el siglo XX murieron 231 millones de personas víctimas en guerras y conflictos armados.
Las cifras no son exactas porque unos actores las aumentan y otros las disminuyen con intencionalidad política. Además, depende cómo se contabiliza.
Por ejemplo, si en vez de contar sólo los fallecidos en combate se suman los civiles que son víctimas y aquellos que mueren en un período dado durante y con posterioridad al conflicto debido a los cambios socio-económicos y de infraestructura (por ejemplo, desaparición de infraestructura sanitaria), las cifras varían sustancialmente.
Al mismo tiempo, la guerra puede generar violencia de grupos criminales o matanzas contra civiles indefensos, que no serían inicialmente contabilizados como "muertos en combate".
Sólo tener en cuenta las fuerzas regulares hace perder de vista cuestiones como la presencia esporádica de civiles en grupos armados. La guerra, por otro lado, se cobra víctimas más allá de los combates, a través de ejecuciones de civiles, fomentando la violencia criminal y generando miseria.
Human Rights Watchdenunció en diciembre pasado que desde que se inició en México la "guerra contra las drogas" en 2007 han muerto más de 70.000 personas y otras 26.000 han "desaparecido".
Pero las cifras sobre el caso mexicano, por ejemplo, varían según diversas estimaciones, y formas de contabilizar, entre 60.000 y 150.000 víctimas mortales.
¿Cómo contabilizar víctimas?
Como lo indicanen un estudio fundamental para entender la complejidad de cómo medir: "en las formas actualmente dominantes de conflictos -guerras civiles, guerras insurgentes, y conflictos asimétricos- la distinción entre combatientes y no combatientes puede ser muy confusa o muy fluida, en franco contraste con un modelo ideal de conflicto librado entre fuerzas militares de estados.
Incluso en guerras libradas entre estados hay una creciente tendencia a apoyarse en fuerzas privadas de seguridad, cuyo personal no es tradicionalmente definido como combatiente".
En el caso colombiano, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), presentó en 2013, utilizando una metodología amplia, las cifras correspondientes a cinco décadas de conflicto: 5,7 millones de víctimas de desplazamiento forzado, 220.000 muertos, más de 25.000 desaparecidos y casi 30.000 secuestrados. Datos relevantes para las negociaciones de paz que se llevan a cabo en este país.
El State of the World calcula que se produjeron unas 600.000 muertes por conflictos violentos entre el 2000 y el 2010. Pero la misma fuente indica que alrededor de 1.500 millones de personas viven en países con violencia organizada.
Y el Human Security Report, en la Simon Fraser University (Vancouver) considera, sin embargo, que la disminución del número de víctimas en conflictos armados desde la Segunda Guerra Mundial es muy notable.
Menos guerras y menos víctimas
Por ejemplo, el número de víctimas mortales en las guerras en 1950 era de 10.000 personas en cada conflicto. Actualmente, en cambio, el promedio es de 1000 víctimas mortales.
Por otro lado, la creciente zona gris de conflictos entre estados y dentro de un estado, entre guerra regular e irregular, y la falta de fronteras entre el interés económico y las causas políticas, plantea serios desafíos para la aplicación del Derecho Internacional Humanitario y la protección de las víctimas de los conflictos.
El mundo en su conjunto es menos peligroso que hace un siglo atrás, pero así como hay una creciente desigualdad económica global, la seguridad de las personas también depende en qué país o regiones se vive.
Las cifras que engloban víctimas directas e indirectas, regulares e irregulares, dan como resultado menos guerras, menos conflictos armados y menos víctimas.
Pero la gravedad y complejidad de las confrontaciones existentes indican la necesidad de que juristas, forenses, demógrafos y trabajadores humanitarios, entre otros expertos, sigan atentamente las tendencias para poder alertar, prevenir y gestionar el impacto humano de los conflictos armados actuales.
Mariano Aguirre dirige el Centro Noruego para la Construcción de la Paz (NOREF), en Oslo. www.peacebuilding.no
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