viernes, 21 de febrero de 2014

Venezuela cuenta lo que pasa con videos de YouTube

BBC Mundo, Caracas



Eran las 2 de la mañana y Twitter ardía en Venezuela. Pocos se estaban perdiendo lo que sucedía en las calles de Caracas. Niños, abuelos, venezolanos en el exterior. Los que tuvieran una conexión a internet.
Los videos que parecían mostrar a guardias nacionales y grupos de motociclistas tomarse las calles a punta de disparos inundaron las redes sociales.
Y con eso se armó el guión de una jornada dramática.
Hasta la esposa de Leopoldo López, el político preso acusado de promover la violencia que azota al país hace semanas, entró al ruedo y compartió aquella frase de Simón Bolívar, el libertador de Venezuela y símbolo del gobierno de Hugo Chávez, según la cual "maldito es el hombre que apunte su arma contra su pueblo".
Los videos parecen reales. Todos salieron casi al tiempo, en los lugares donde por otras fuentes se reportaban disparos. Las calles de Caracas parecían inconfundibles.
Y, sin embargo, resulta terriblemente difícil saber el origen, el autor y el lugar exacto de producción de los videos, requisitos mínimos para verificar el contenido generado por los usuarios de internet.
Los videos con los que parte de Venezuela está construyendo su historia presente son reales o no según la credibilidad que les dé el espectador.
Y en la noche del miércoles -cuando aparentemente se vieron calles incendiadas, Guardias Nacionales disparando gases lacrimógenos a edificios y a un joven herido en el piso en una avenida de Caracas- la mayoría tenía la certeza de que eran reales, de que las imágenes tenían algo de apocalípticas.
"Y pensar que estos Guardias saben que los están grabando", le dijo a BBC Mundo un manifestante en las calles de Caracas al día siguiente.

Apagón informativo

Venezuela vive actualmente un apagón informativo, sobre todo en lo que a video se refiere: los principales canales de televisión han pasado a manos de personas cercanas al oficialismo y lo que se vive en las calles -al menos no en todas- no necesariamente se ve reflejado en la pantalla.
La semana pasada el canal de noticias colombiano NTN24 fue sacado del las oferta de cables por "decisión de Estado", ya que se consideró que su presentación de las protestas tenía intenciones más allá de lo informativo.
Y este jueves, Maduro lanzó una amenaza contra la cadena estadounidense CNN: "¡Se va CNN de Venezuela, ya basta de propaganda de guerra, no acepto propaganda de guerra contra Venezuela, si no rectifican fuera de Venezuela CNN, fuera!", dijo.
Por eso han surgido medios de información alternativos, como la aplicación para teléfonos inteligentes Zello, que permite reportar los eventos irregulares.

También las redes sociales han sido la forma como los venezolanos se informan del paradero de los detenidos y heridos.
"Fue con Twitter que me enteré que mi hermano estaba detenido en (el municipio de) Chacao", le dijo a BBC Mundo al frente de los tribunales una mujer que pidió omitir su nombre.
Se suele decir que Twitter está fuera de la realidad. Pero en Venezuela, muchos sienten que la dosis de realidad que encuentran en las redes sociales es más genuina que la entregada por los medios de comunicación.
Por eso los interesados se convierten en reporteros de la noche, que tan pronto oyen algo extraordinario afuera se salen por la ventana a ver si logran capturar algo que sirva en las redes sociales.
Y les permita manifestar su posición política.

Reporteros de la noche

¿Quién publica estos videos? ¿Quién es esa persona que graba, que tiembla, que grita?
BBC Mundo intentó de diferentes formas contactar a los autores de los videos del miércoles, pero cuanto más nos acercamos más puertas se cerraban. Tan pronto se enteraban que éramos periodistas, colgaban.
Muchos de los usuarios publican desde perfiles anónimos por miedo a que el gobierno tome represalia.
El lunes pasado, funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) allanaron las oficinas del periódico Últimas Noticias y se llevaron imágenes y grabaciones de un video que los periodistas habían compilado sobre las protestas del 12 de febrero, en el que concluyeron que uniformados y civiles dispararon en la marcha opositora.
Los usuarios se cuidan a la hora de publicar. Existen páginas anónimas de YouTube, muchas en inglés, que solo están para publicar videos de estas protestas.
Y por eso la única forma de comprobar los videos es analizando sus detalles: el clima, el estado de las calles o la factibilidad de los objetos en ese preciso lugar.

Dos Twitter

En Venezuela, parece haber dos realidades para todo: en la economía, en la política, en la seguridad.
También ocurre en Twitter: mientras el de los opositores arde, el de los chavistas duerme, en aquellos lugares donde no hay protestas, donde el apoyo al gobierno de Nicolás Maduro es mayoritario.
BBC Mundo le preguntó a José Enrique Solórzano, un activista chavista y artista de la red Casa la Minka, qué pensaba de los videos: "Habría que ver qué pasó, no vi el video exactamente, pero la tergiversación nosotros la hemos vivido históricamente".
Una apreciación que comparte la ministra de Comunicaciones, Delcy Rodríguez, quien dijo el miércoles por Twitter: "Redes sociales son utilizadas por ejecutores de violencia golpista para crear angustia en la población en operación sicológica de gran escala".
Los medios de comunicación afines al chavismo pasan largos ratos a diario discutiendo cómo personas de oposición comparten fotos que no son en Venezuela.
Y el gobierno, en las cadenas nacionales por radio y televisión que transmite a diario, publica videos editados con música de fondo en los que muestra su versión: sobre las protestas, por ejemplo, mostró los buses públicos que destruyeron "fascistas de la derecha".
Pero en lugar de utilizar videos de aficionado, el gobierno suele usar material de cámaras de seguridad.
Esos videos, usualmente producidos por el canal de televisión estatal, VTV, después se suben a YouTube y se reparten por las redes sociales entre chavistas. Y, a veces, hacen que el Twitter chavista arda.
Ambos lados de la política venezolana, pues, ven los videos como los quieren ver y los usan para acusar al otro de ser el culpable de los destrozos.
Pero quizá sí haya un elemento en común: que la historia de Venezuela se está escribiendo en YouTube.

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