César Milani se presentó por iniciativa propia ante los tribunales para negar acusaciones por presuntos crímenes contra derechos humanos
El nuevo jefe del Ejército argentino, César Milani, se presentó este miércoles por iniciativa propia ante los tribunales de la provincia norteña de La Rioja, donde estuvo destinado durante los años previos y posteriores a la última dictadura militar (1976-1983), para negar las acusaciones que en los últimos días se han reavivado contra él por presuntos crímenes cometidos durante el régimen. Milani fue nombrado a finales de junio pasado por la presidenta de Argentina, la peronistaCristina Fernández de Kirchner, como parte de un recambio total de la cúpula militar, el primero en diez años. Ya en ese momento la prensa y la oposición recordaron que había estado en otra provincia norteña, Tucumán, durante el Operativo Independencia que encabezó el Gobierno de Isabel Perón (1974-1976) para reprimir al Ejército Revolucionario de Pueblo (ERP) con métodos que incluyeron la violación de los derechos humanos.
El kirchnerismo siempre ha perseguido a los criminales de la dictadura, por lo que el nombramiento de Milani levantó polémica. Funcionarios y militantes de organizaciones de derechos humanos cercanas al Gobierno y con compromiso en los juicios contra el régimen buscaron aclarar de una y otra manera que sobre el actual general de división no pesaba ninguna acusación de fiscales o jueces. En Tucumán se habían presentado dos denuncias, pero una de las causas se ha cerrado y la otra no ha prosperado aún. Es la que se refiere a la desaparición de un soldado que supuestamente se encontraba a las órdenes de Milani, Alberto Ledo. Milani residía en aquel tiempo en La Rioja, pero había sido enviado a una misión a la vecina Tucumán.
La hermana del soldado Ledo apareció en estos días en los medios de comunicación pidiendo que se reavive aquella causa. Al mismo tiempo, un político de La Rioja, Ramón Olivera, declaró en el programa de televisión Periodismo para Todos, de Jorge Lanata, que Milani lo había torturado en 1977. El testimonio de Olivera constaba en un informe gubernamental sobre el terrorismo de Estado en La Rioja, que se había elaborado tras el regreso de la democracia (1983).
Para contrarrestar las denuncias, Milani se presentó por voluntad propia en un juzgado riojano, negó que el soldado Ledo estuviese bajo sus órdenes y también que hubiese atormentado a Olivera, que era del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), brazo político del ERP. El próximo lunes, una comisión del Senado debe aprobar su ascenso a teniente general y se espera que la minoritaria oposición vote en contra.
Opositores y dirigentes de organizaciones de derechos humanos distanciadas del Gobierno, como el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y la madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas, pidieron que la justicia investigase a Milani y que Fernández reviese su decisión de designarlo al frente del Ejército. El nombramiento también despertó críticas opositoras porque es la primera vez que la fuerza está dirigida por un experto en inteligencia, un área históricamente cuestionada dentro de la seguridad del Estado argentino, y por su presunto respaldo al kirchnerismo, en un país donde en los últimos 30 años se ha intentado alejar a los militares de la política. Al asumir como jefe, Milani reconoció sus “renovadas ansias para acompañar el proyecto nacional que se encuentra vivo e instalado en el corazón y la mente de los argentinos”. En el lenguaje kirchnerista se habla de “proyecto nacional y popular” para designar el programa político que lleva adelante.
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