viernes, 18 de octubre de 2013

La incansable buscadora de desaparecidos en México

Alberto Nájar
BBC Mundo, Ciudad de México

Rosario Ibarra de Piedra señala las fotos de varias mujeres que cuelgan en una pared. Son madres, hermanas y esposas de personas desaparecidas durante el período de Guerra Sucia en México, entre las décadas de los años 70 y 80.



Juntas buscaron a sus familiares durante décadas, enfrentaron amenazas y el acoso y desdén de las autoridades.

Desde 1975, cuando Rosario inició esta lucha, el grupo que se conformó en torno suyo y que se llama Comité Eureka ha logrado recuperar a 148 personas. Pero las mujeres de las fotos murieron sin encontrar a sus familiares.
Durante casi cuatro décadas, Rosario se ha convertido en un símbolo de la lucha por recuperar a los mexicanos desaparecidos por soldados, la policía política llamada Dirección Federal de Seguridad (DFS) o el grupo paramilitar conocido como La Brigada Blanca.
Oficialmente se ha reconocido que 534 personas desaparecieron en esos años, que fue el mismo período en que el gobierno mexicano condenaba enérgicamente los abusos de los gobiernos militares, especialmente en Sudamérica.
Pero en el interior del país su actitud era muy distinta, le dice a BBC Mundo Rosario Ibarra.
"Los presidentes presumían de su apoyo a Chile y a los países donde sucedían cosas similares, y resulta que aquí ellos lo hacían igual y a veces hasta peor", explica.
Es una práctica que no cesa. Sólo en 2012, el último año del gobierno del expresidente Felipe Calderón, en México hubo 4.012 desapariciones forzadas, según datos del gubernamental Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (Inegi).

"Zarpazo de la represión"


Recientemente, la cineasta Shula Erenberg filmó el documental Rosario, donde cuenta la vida de la madre que busca sin descanso a su hijo desaparecido.
En una de las escenas aparecen en pantalla imágenes de una familia que disfruta sus vacaciones junto al mar, mientras se escucha la voz de Ibarra de Piedra.
"Fui niña feliz, joven feliz, casada feliz, hasta que me llegó el zarpazo de la represión cuando me quitaron un hijo. Y empecé a ser la madre de un desaparecido", cuenta en el documental.
El zarpazo llegó la noche del 18 de abril de 1975, cuando policías al servicio de la DFS se llevaron a su hijo, Jesús Piedra Ibarra.
El joven de 21 años, estudiante de medicina y acusado de pertenecer al grupo guerrillero Liga Comunista 23 de Septiembre, nunca fue presentado ante un fiscal o un juez.
Se sabe por documentos oficiales que Jesús fue torturado y durante nueve años permaneció en instalaciones militares y cárceles clandestinas. Su último rastro fue en 1984.
En su búsqueda, Rosario Ibarra tocó todas las puertas e incluso se entrevistó 39 veces con el entonces presidente Luis Echeverría, quien fue investigado por la Procuraduría (fiscalía) General de la República (PGR) por su probable responsabilidad en las desapariciones forzadas durante su gobierno.
"Andaba detrás de él, me le aparecía donde quiera junto con mis hijas. Pero no sirvió de nada", cuenta.
Su hija Claudia recuerda que el expresidente nunca rechazó que su gobierno tuviera a los desaparecidos.
"Le decíamos: señor presidente a mi hermano se lo llevó la policía y el decía: ah bueno, vamos a investigar. Pero él jamás, ni con nosotros ni con ninguna madre, negó que los tuviera".

Orden de "arriba"

Rosario Ibarra ha sido candidata a la presidencia de México (de hecho, fue la primera mujer en aspirar a ese cargo en la historia), diputada y senadora.
Aceptó, dice, para aprovechar la presencia pública para exigir la presentación de los desaparecidos, una demanda que incluso presentó en la Organización de Naciones Unidas.
Muchos funcionarios prometieron ayudarla, pero no lo hicieron. Incluso un secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, abiertamente le dijo que si no había una orden presidencial los desaparecidos no serían localizados.
"Dijo: 'Yo no puedo hacer nada, si no lo ordena el presidente no puedo hacer nada'", recuerda Claudia Piedra.
Es una situación de impunidad en la que mucho colabora el desinterés de la sociedad mexicana, y que fue una de las razones para filmar el documental Rosario, dice Shula Erenberg a BBC Mundo.
"Vivo en México hace 37 años y justamente me llamó la atención la memoria no es un tema presente", cuenta.
Por eso, la necesidad de contar "la lucha, la perseverancia" de Rosario Ibarra en el documental donde se narra una parte poco conocida de la activista: la madre que busca sin cesar a su hijo desaparecido.
A pesar de la prolongada ausencia Rosario no pierde la esperanza de encontrarlo. "Hay una frase que mi mamá ha repetido muchas veces", cuenta Claudia Piedra. "A nuestros hijos no les vamos a quitar la vida ni con el pensamiento".

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