miércoles, 30 de octubre de 2013

Miguel Hernández en el recuerdo

Carta rescatada: «Quiero un porvenir hermoso para nuestro hijo»



Hasta ahora eran conocidas 438 cartas de Miguel Hernández, de las cuales, 316 iban dirigidas a su mujer, Josefina Manresa. Pronto, en el Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, de Alicante, se editará el epistolario completo y corregido de las cartas y las notas que el poeta envió a Josefina. Esta ampliación se debe al ingente trabajo de transcripción y comparación de Mari Paz Hernández.1
En algunas cartas se habían omitido pasajes de interés: «Me gusta verte revolucionaria (...) pero no quiero que sea por mi voluntad, sino por la tuya» (Madrid, 18 de febrero de 1937), «en vista de que van tan despacio las cosas y en vista de que no queda otro remedio. Tómatelo tú con la misma tranquilidad» (Madrid, 24 de junio de 1940), «Ten confianza y no pierdas el ánimo» (Madrid, 30 de julio de 1940), «P.D. No dejes de salir a todos los trenes provinientes de Madrid con Elvira en cuanto te avise y sepas que voy, si no te doy fecha concreta más adelante. /// Te vuelvo a abrazar /// Miguel» (Ocaña, 14 de julio de 1941)...
La misiva que presentamos constituye el documento 1.2.186 del legado de Miguel Hernández depositado en el archivo municipal de Elche. Hernández se encuentra en la prisión de Ocaña, después de su segunda y definitiva detención. Es inédita, hasta la fecha, la parte final que aparece resaltada en la transcripción que presentamos.
1 En la transcripción respetamos escrupulosamente la grafía del autor.
 
Ocaña, 18 de enero 1941

Mi querida Josefina: En cuanto recibo tu carta del 11, me pongo a contestarte, para que te tranquilices y no te preocupes respecto a mi situación. Estoy muy bien, nena. Esa advertencia que te he hecho en una de mis cartas, no te daría preocupación ninguna si te dieras cuenta de las cosas. Verás: resulta que sólo puedo escribir una vez por semana, como en las demás cárceles hacía. Aquí me co­rresponde los sábados. Por este motivo, aprovecho los días que les toca para escribir a Manzanares, Fernando [Fernández revuelta] y otros familiares1, y entonces te pongo unas letras como ya lo he hecho y seguiré haciendo. ¿Está claro, Josefina? En­tonces, que se quiten de tu cabeza las preocupaciones si está por fin claro. Y no me pidas más aclaraciones por­que no te las puedo hacer de ninguna clase. Te has olvi­dado, o no has pensado, que esto es una cárcel y no se puede decir más que lo que reglamentariamente se per­mite.2 Para ello hay una censura y un control riguroso. Por lo demás, salvo estas pequeñas molestias y dificulta­des naturales en un lugar como éste, que impiden hablar franca y ampliamente por escrito todo lo que uno qui­siera, se vive regularmente bien, yo al menos. Es, de to­das las prisiones que llevo recorridas, la más aceptable.3 Ya te diré, Josefina, cuando vengas, todo lo que no te he dicho ni me es posible decirte por carta. No seas tonta y deja de crearte problemas para tu vida y deja de buscar motivo para sufrir. Ya te han dado bastantes estos últi­mos cinco años, hija mía. Pero tú estás empeñada en su­frir, y de la cosa más insignificante haces una montaña de desgracias. No es para tanto, mujer, ni para mucho menos. Te olvidas de tu hijo y de mí, de los dos. Aun­que a mí me cuesta trabajo creer que estás siempre de mal ánimo, y ese estado tuyo debe producirse con los cam­bios del tiempo, ya que tienes el sistema nervioso muy resentido. Animo, Josefina.
Bueno: veo que te llega mi carta anterior cuando estás acabando la tuya. Espero que hayas pensado detenida­mente lo que te propongo, y tengo muchas ganas de sa­ber qué has pensado. En cuanto lo sepa, escribo a Ma­drid para que se arregle todo.4 En Madrid te distraerás, y podremos vernos cada 15 días, y podré contarte muchas cosas. Tú también tendrás algunas para contarme, y mi niño. Como pueda arreglar que vivas con la familia de Luis Rodríguez [Isern], lo pasarás muy bien, ya que en la señora encontrarás una verdadera amiga y Manolillo tendrá con quien jugar entre los pequeños, que son tres, pero no tan pequeños que pueda haber peleas entre ellos. Estos tienen ocho y diez años ya y cuando me escriben me preguntan por tí y por él. Va a ser cuestión de no pensarlo mucho, Josefina. Ganarás en todo, y principalmente en salud, que te hace y me hace falta la tuya más que la mía. Además, en último caso te queda la solución de volver a Cox si no llegaras a encontrarte a gusto en Madrid. Decídete de una vez y dímelo, que me darás una gran alegría. Ya te digo que Vergara5sigue en su interés de ayudarme a salir de aquí. Mucho mejor para todos será que tú estés en Madrid, en caso de conseguir la libertad. Desde allí saldríamos juntos para donde sea mejor vivir. Ánimo y decídete.
Por lo que me dices, veo que no has recibido la tarjeta de Manolillo y una carta que le siguió.6Los juguetes7habrán salido de Madrid en busca de mi hijo, que es más juicioso que tú cuando te dice que no llores. Díme hasta que número llega cuando se pone a contar. Me gusta que sienta inclinación por los números porque quiero que sea, entre las cosas que él quiera elegir, ingeniero, arquitecto o matemático. Quiero un porvenir hermoso para nuestro hijo, Josefina, y estoy seguro [de] que valdrá para ello, porque le hemos dado una vida muy despierta y fuerte. Me paso las horas pensando en ese hijo y en ese porvenir que hemos de traerle, tú con tus cuidados y yo con mi esfuerzo.
Sabrás, Josefina, que también me ha llegado el paquete de Madrid.

1 Familiares: eufemismo carcelario de co-presidiario.
2 Hernández se refiere, para que lo comprenda Josefina, a signos de amor.
3 No pierde el poeta oportunidad para dar impresión de que no está sufriendo mucho y de que, más bien, no lo pasa del todo mal en la cárcel. Es la base de la creación de un mundo menos hostil, o hiperbólicamente, un mundo creativo que le satisface. Elimina así motivos de sufrimiento a su mujer y a su pequeño hijo.
4 Miguel pide a Josefina que se desplace a Madrid y fije allí su residencia temporalmente, hasta que él logre solucionar su encarcelamiento. Miguel calla, por estrategia psicológica, que ha sido condenado a muerte y que, posteriormente, ha sido conmutada la pena a una de privación de libertad de 30 años... Esto nunca lo comunicó a Josefina, sino que falseó la condena y sólo confesó una de doce años... que nunca existió.
5 Vergara: Germán Vergara Donoso era el encargado de Negocios de la embajada de Chile en Madrid. «Don Germán» ayudó a los diecisiete republicanos que pidieron asilo político en la embajada al concluir la guerra civil española (entre el 28 de marzo y el 1 de abril de 1939). En la embajada se confeccionó la revista Luna, cuyos originales fueron entregados por Vergara Donoso a la universidad de Chile, donde actualmente se custodian. Véase nuestro estudio y edición en Luna, primera revista cultural del exilio en España (1939-1940), Madrid, Edaf, 2000.
6 Se refiere Hernández a la tarjeta con un dibujo en la parte trasera en la que incluye un poema de felicitación por su segundo cumpleaños: el niño –Manuel Miguel, Manolillo, nació el 4 de enero de 1934.
7 Alude ahora a unos juguetes que ha confeccionado para su hijo también: un gurriaco (o cría de gorrión), un potro, etc.

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