sábado, 19 de octubre de 2013

Brasil celebra el genio de Vinicius de Moraes

Publicó cerca de 400 poemas y varias obras de teatro, de prosa y de crítica de cine. También compuso cerca de 250 canciones por las que ganó reconocimiento



RÍO DE JANEIRO EFE

Vinicius de Moraes, el sublime poeta y el hombre de pasiones viscerales de cuyo nacimiento se cumplen cien años, dedicó su vida a la persecución del amor y la felicidad y le regaló al mundo el bossa nova, un género que moldeó la identidad de Brasil. El lirismo y la vitalidad que se desprenden de su obra impregnaron a sus contemporáneos, cambiaron el rumbo de la producción musical de su país e influyeron en el modo de encarar la vida de varias generaciones de brasileños que hoy festejan el centenario de su autor más universal, fallecido en 1980.
Impulsivo, vividor y seductor, se casó con nueve mujeres de las que se enamoró perdidamente y de las que luego se separó cuando se desvaneció el hechizo, con la excepción de Gilda de Queirós Mattoso, su última compañera, con quien se desposó en 1978, dos años antes de su muerte.
Su amor por las mujeres lo plasmó de forma inolvidable en “Garota de Ipanema”, canción que compuso en 1962 junto con su amigo Tom Jobim, con un vaso de whisky en la mano, acodados en la mesa de un bar de su Río de Janeiro natal, desde donde veían pasar a una bella joven de 15 años camino del mar. El whisky, su bebida preferida, corría en abundancia en las famosas reuniones de artistas, intelectuales y bohemios que De Moraes organizaba casi a diario en su casa del barrio carioca de Jardín Botánico en los años sesenta. Esas fiestas aglutinaron a talentos de la música brasileña como Toquinho, João Gilberto, Baden Powell y Jobim, algunos artistas con los que colaboró en sus mejores composiciones. Ese estilo de vida poco ortodoxo y sus ideas políticas de izquierda desagradaron a los militares que gobernaban en Brasil en esa época y le costaron la expulsión del cuerpo diplomático en 1969. Hasta entonces, desempeñó altos cargos en las embajadas y consulados brasileños en París, Los Ángeles y Montevideo, que alternaba con frecuentes huidas a Río de Janeiro para realizar conciertos, en los que era obligado a vestirse de traje y corbata.
La crítica literaria de la época tampoco toleró bien su estilo de vida y por ello lo llamaron poetinha, un apelativo por el que todavía hoy se le conoce de forma cariñosa en Brasil pero que, según los especialistas, esconde un cierto desprecio hacia su obra lírica. “Su personalidad perjudicó el concepto sobre su poesía. Se pensó poco en la calidad de sus textos, se vieron de forma superficial”, dijo Eucanaã Ferraz, experto en la obra de De Moraes.
Tres décadas después de su muerte el artista es reconocido como uno de los mejores sonetistas de Brasil, con un dominio incomparable de la métrica y una gran habilidad para conjugar lo erudito y los temas más populares. Publicó cerca de 400 poemas y varias obras de teatro, de prosa y de crítica de cine, además de que compuso aproximadamente 250 canciones por las que ganó fama mundial.
La dualidad entre lo erudito y lo popular, en especial en la cultura negra, la plasmó en su obra dramática Orfeu da Conceição, una adaptación del mito de Orfeo a la realidad de las favelas cariocas que sacudió la conservadora sociedad brasileña de los años cincuenta y que fue adaptada al cine con el título Orfeu Negro, que ganó el Oscar a la Mejor Película Extranjera en 1960.
De Moraes procedía de una familia de clase alta y fue educado en un colegio elitista, pero bebió de la cultura negra en los locales de samba de los bajos fondos de Río. Él mismo se declaró como “el blanco más negro de Brasil” y llegó a crear un estilo musical, junto con Baden Powell, que sería llamado afrosamba, por sus raíces negras. Pero fue el bossa el género que lo llevó a dar la vuelta al mundo y que nació en 1958, cuando él y Jobim compusieron “Chega de saudade”, una obra maestra que todavía hoy sigue de moda en Brasil.

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