Viaje al pueblo más pobre de Colombia
Fue un descendiente del mítico Federico D'Croz quien fundó El Charco a finales del siglo XIX. Debió visionar en su privilegiado enclave geográfico, en su riqueza maderera y aurífera unas oportunidades inagotables de progreso. Las mismas que apreciaron los emprendedores y los buscadores de fortuna que le siguieron. Lo que ninguno podía prever es el futuro sombrío que aguardaba al municipio nariñense de veintiséis mil almas -12.000 en el casco urbano-, agobiado hoy en día por la violencia, pobreza, corrupción y desidia.
La población, a orillas del río Tapaje, a cuatro horas de Tumaco (Nariño) y a doce de Buenaventura por el Pacífico, la ruta más transitada porque los lugareños miran hacia el Valle del Cauca para traer mercancía y soñar con horizontes más anchos, no cuenta con una sola carretera que le una a nada, todo es por agua.
Y ese es el primer obstáculo para el desarrollo puesto que el elevado coste del transporte encarece los productos. Si una manzana en Tumaco cuesta quinientos pesos (25 céntimos), en El Charco son mil. El margen es justo puesto que en cada embarque pierden un mínimo del 30 por ciento de la mercancía perecedera, tanto por el precario estado de los navíos como por las malas condiciones para el descargue que ofrece el muelle.
Hay otros factores perjudiciales, como los pésimos servicios públicos y la proliferación de familias de entre ocho y doce hijos, un número que las condena a una vida de privaciones.
Además, el 85 por ciento de la población está registrada como refugiada, porcentaje que distorsiona las cifras del Dane (Instituto de Estadística) que sitúa al municipio a la cabeza del listado de los más pobres del país ya que el 99 por ciento de sus 26.163 habitantes es pobre. Porque si bien son visibles las enormes carencias que sufren los pobladores, no se aprecian las condiciones de absoluta miseria que una encuentra en otras localidades. Entre otras razones, porque los refugiados de El Charco son vecinos del mismo municipio y la mayoría regresó a sus caseríos para rehacer sus vidas con sus propias manos, sin ayudas estatales, y de alguna manera fueron saliendo adelante. "Aquí nadie se muere de hambre, quien menos come dos veces al día", asegura una comerciante.
"Es el municipio con más desplazados (refugiados) del país. Son 27.085 inscritos, el 80 por ciento ya regresó pero siguen siéndolo en el papel. Del 2012 para acá no ha habido otro desplazamiento masivo pero sí gota a gota", afirma José John Camacho, enlace municipal de víctimas. La razón para que se haya detenido el éxodo es la existencia de un solo grupo armado; cuando hay dos, la población queda en medio y sufre el acoso de ambos lados.
"El problema del retorno es volver a poner en marcha sus vidas, sus cultivos. Y está la fumiga (para eliminar sembradíos de coca) terminando con lo que quedaba de productos lícitos. Es el pan nuestro de cada día de los retornados", agrega. "Con seis meses que les apoyaran cuando regresan a sus tierras, sería suficiente, pero todo queda en burocracia, son programas pequeños (de asistencia) que no generan impacto".
Para el director del Banco Agrario, Boris Alegría, resulta extraño que El Charco figure como el más pobre. "Se ha conseguido bancarizar a un porcentaje de entre el 60 y el 70 por ciento del municipio", entre otras razones, por los pagos de Familias en Acción, a los maestros y los préstamos que avala el Fondo Agropecuario.
Bonanza Cocalera
Hubo un tiempo –entre el 2001 y el 2007- en que El Charco conoció el espejismo de la bonanza cocalera y sus habitantes vieron correr por sus calles mucho dinero. Unos lo emplearon para mejorar sus viviendas o poner algún negocio, pero también se multiplicaron las cantinas, los "chocheros" -nombre local de burdeles-, los desplazados y los muertos.
Las AUC llegaron en el 2001 y, en complicidad con la policía, causaron estragos hasta que debieron irse en el 2003, presionados por el pueblo. Poco más tarde, el poderoso Frente 29 de las FARC decidió ocupar el terreno y en la actualidad es el amo y señor de la región. Hostigan con frecuencia la estación de Policía y la Base de la Armada, no resulta suficiente para impedir que controlen el río y la mayoría de las veredas de sus orillas.
Cuando la coca perdió fuerza por las campañas de erradicación, que también acabaron con sembradíos lícitos, los profesores tomaron el relevo como motor de la economía local, tan importante como el comercio y por encima de la madera, la pesca, el oro, la coca y el banano.
Sin la inyección de los 320 docentes fijos y los 45 contratados a la economía local, gran parte de El Charco estaría en la absoluta miseria
Pero ese beneficio también es una causa de su atraso. El elevado número de niños es una bomba de tiempo porque no habrá posibilidad de trabajo para tanta mano de obra joven sin la cualificación adecuada.
El elevado número de niños, muchos más de los que las familias pueden alimentar y educar bien –hay 8.560 matriculados en los centros académicos- es una bomba de tiempo porque no habrá posibilidad de trabajo para tanta mano de obra joven que no tiene cualificación adecuada.
"Es muy difícil luchar contra la cultura", explica una profesora que intenta denodadamente concienciar sobre la urgencia de aplicar la paternidad responsable y los métodos anticonceptivos. "Unas mujeres no se operan para dejar de tener hijos porque si lo hacen, el marido las deja, o no toman precauciones porque su pareja les acusa de querer estar con otros hombres. También hay evangélicos que tienen los que Dios les mande. Y hay niñas que a los 14 ya tienen bebés y en la familia les parece bien porque forman otro hogar y es una carga menos", agrega y pide reserva de nombre.
En ocasiones el resultado es la desnutrición de los más pequeños, de ahí que exista un Centro de Recuperación Nutricional donde atienden a unos 28 infantes al mes.
Corrupción
La corrupción es otro mal, para algunos vecinos el peor, que impide que progresen. El hospital local, de servicios básicos, es un buen reflejo. Desde marzo, una parte de los empleados no recibe salario, en ocasiones quedan sin energía porque ya no les fían gasolina y no pueden alimentar la planta propia en las horas y días en que no llega la luz del municipio. Igual ocurre con los laboratorios, no les suministran medicamentos por las deudas que arrastran.
"Más de una vez no se pueden remitir pacientes a Tumaco porque no hay para la gasolina de la lancha y se mueren", indica una enfermera que no quiere que cite su nombre.
El cáncer de la corrupción tiene unos de sus orígenes en las elecciones a alcalde. Algunos aspirantes se endeudan en exceso y luego tiene que devolver los créditos que le entregan particulares mordiendo pedazos del Presupuesto municipal y en más de una ocasión los prestamistas son mafiosos de la zona.
Hay charqueños que achacan a los robos del erario la pesadilla que padecen con la energía, si bien la empresa local culpa al incumplimiento del gobierno. Por falta de recursos, un día un sector del pueblo la recibe de las 12 del mediodía a las 17 horas, y al siguiente, de 17 horas a medianoche. Veinticuatro horas más tarde hacen al contrario. Pero han llegado a estar todos a oscuras hasta cuatro meses porque no había con qué comprar el Acpm.
"Que venga el Presidente a dormir en una noche de verano caliente a ver que siente. Es una Colombia muy distinta a la de ellos", se queja un vecino. Pese a las dificultades evidentes, no todos son pesimistas. Más de un comerciante entrevistado, que como la mayoría prefiere no dar su nombre, cree que El Charco puede resplandecer un día. "Deben construir un hospital de segundo nivel para toda la región, porque estamos en el centro; tenemos tierras muy fértiles, pero necesitamos apoyo, energía, vías de penetración, gasolina barata, un puerto mejor y que arreglen el aeropuerto", sugiere uno.
Porque hasta hace unos meses, el pueblo contaba con un aeródromo que le conectaba con Cali. Lo cerraron por falta de mantenimiento de la pista.La plata, como siempre, se perdió en el camino.
Salud Hernández-Mora | El Charco (Nariño)
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