Palestinos buscan refugio en la clínica de Médicos Sin Fronteras y en el hospital de Al-Shifa
Este es el relato de Samantha Maurin, periodista de la organización Médicos sin Fronteras que se ha desplazado a Gaza a raíz de la ofensiva israelí en la Franja. Describe la situación que ha encontrado en el hospital de Al-Shifa y en la clínica de MSF, donde muchas familias se están refugiando porque han perdido sus casas y no quieren cobijarse en las escuelas de la UNRWA por miedo a nuevos bombardeos.
En torno al hospital de Al-Shifa, en las escuelas de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA), en casa de vecinos o en viviendas de familiares, el número de desplazados por los bombardeos superaría 200.000 personas, es decir, uno de cada diez habitantes de la Franja ha tenido que abandonar su hogar. El personal palestino de Médicos Sin Fronteras tampoco está a salvo.
Las familias de dos empleados palestinos de Médicos Sin Fronteras(MSF) se refugiaron en las instalaciones de la clínica de la Organización. Una veintena de personas, entre las que se cuenta una embarazada y una joven madre que acaba de dar a luz, viven allí. La mayoría son mujeres y niños. Todas ellas proceden de Beit Layiah, a donde, afirman, es imposible regresar. Hay sábanas tendidas en la parte trasera de la clínica tras las que los niños se asoman tímidamente. "Hemos acondicionado tres salas para que puedan tener un mínimo de intimidad. También hemos conseguido reunir algunos juguetes, pero no se atreven a dejar a los niños fuera cuando la clínica se abre para las consultas" explica Raewyn, enfermero de MSF.
Por la noche, el equipo se reúne en la oficina de MSF para compartir la interrupción del ayuno del Ramadán con sus colegas palestinos. "Aquí me siento seguro" confiesa uno de los refugiados en la oficina de MSF. Una segunda persona relata que tuvo que evacuar su casa en el barrio de Tuffah amenazado por los tanques al noreste de Gaza y que ya ha perdido a cuatro miembros de su familia. Un tercer refugiado se suma a la conversación y explica que se aloja con la familia de su primo junto a 40 personas que tratan de acomodarse en tres habitaciones.
Otro gazatí más explica que, el día antes, el inmueble de sus vecinos se vino abajo causa de los bombardeos, que provocaron la muerte de de cinco personas. En su propio edificio viven ahora diez familias, 100 personas en apenas cuatro apartamentos. "Es imposible saber el número exacto de personas desplazadas por los bombardeos, pero todos los que se alojan en casa de familiares o vecinos, superan sin duda las 200.000" estima Nicolas Palarus, coordinador del proyecto de MSF en Gaza.
Según Naciones Unidas, hay ya 2.000 personas refugiadas en torno al hospital Al Shifa en Gaza en busca de algo parecido a protección. Las familias empezaron a llegar el lunes 21 de julio procedentes del bombardeado barrio de Shuja’iyeh. Desde entonces, otros muchos se han ido sumando de forma progresiva. Al principio se instalaron al raso pero poco a poco se han ido organizando para construir una especie de refugio con todo lo que encuentran o les proporcionan: esteras, ropa, ramas.
En los callejones del exterior, en el parque que hay detrás del hospital, se ven mujeres y niños por todas partes. Los más pequeños se entretienen jugando tras bolsas de plástico convertidas en globos. Allí, un hombre con el rostro marcado por la fatiga se siente al lado de su bebé instalado en una cuna. Aquí, una mujer aprovecha bajo un árbol la poca sombra que éste ofrece. Muchas asociaciones locales se movilizaron para organizar distribuciones de alimentos y son muchos los voluntarios que pasan durante el día para enumerar las familias y prever las cantidades necesarias. Un empleado de Al-Shifa deambula entre los refugiados con bolsas de basura dado que es el propio hospital el que se encarga de la recogida de desperdicios.
Las agencias de Naciones Unidas estiman en más de 170.000 el número de personas alojadas en las escuelas que la ONU ha convertido en refugio y que están ya sobrecargadas. En una clase se cobijan unas 80 personas. Las condiciones de higiene son muy precarias debido al hacinamiento y a la de falta de agua. Ante un espacio que escasea, las autoridades han decidido poner a disposición de los desplazados las escuelas públicas, las mezquitas y las iglesias cuya situación precisa será comunicada al ejército de Israel.
Sin embargo, son muchos los que no quieren irse de sus casas. "No quiero ir a las escuelas de la UNRWA, las condiciones son muy malas. Prefiero quedarme en casa. En mi inmueble vivimos 54 personas. Si nos vamos, Israel puede bombardearlo, pero si nos quedamos no lo harán" espera un enfermero voluntario que encontramos en el hospital Shifa y que vive en el barrio de Beit Layiah, afectado por intensos bombardeos desde que empezó el conflicto. Con el bombardeo de la escuela de Beit Hanoun el pasado jueves 24 de julio, se corre el riesgo de que las familias se muestren todavía más reticentes a trasladarse a refugios en los que su seguridad ya no está garantizada por la presencia internacional.
La situación sanitaria es crítica en toda la Franja de Gaza: hacinamiento, falta de agua, cortes de corriente eléctrica y dificultad para suministrar alimentos se suceden y superponen a causa de la intensidad de los bombardeos.
Samantha Maurin es periodista de MSF en Gaza.
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