El músico expone una serie de fotos de paisajes. Los procesos creativos, dice, se parecen.
En no más de una hora empezará a llegar la gente. Pedro Aznar camina por la sala de la presentación, revisa los detalles, y piensa –bromea– en voz alta: “Es la primera vez muestro algo nuevo y no tengo que probar sonido”. Esta vez, su escenario no es el de un teatro ni el de un estadio, sino la sala 8 del Centro Cultural Recoleta. Para esta ocasión no tuvo que armar una lista de dos o tres horas de música, los bises incluidos, sino que eligió 22 fotos para que cuenten una historia en la muestra Tú eres eso. Esta vez, Aznar es fotógrafo.
En realidad, cuenta el ex bajista de Seru Giran, lo de andar cámara en mano viene desde hace tiempo: “Saco fotos desde que tengo unos 20 años –ahora acusa 54– con distintos grados de seriedad. En algunos casos era apenas para rescatar un momento personal pero en otros eran tomas más elaboradas, con trípode y exposiciones largas, haciendo juegos con la luz, experimentando”, cuenta. Así como sistematizó su técnica musical en la Escuela de Berklee, estudia fotografía: Diego Ortiz Mugica es su maestro, además del encargado de retratarlo en sus conciertos.
De las 22 fotos que se ven en la muestra, 18 están en blanco y negro y sólo cuatro fueron impresas a color: “Creo que el blanco y negro tiene una elegancia muy especial y que se centra en la luz; cuando no aporta algo intrínseco a la imagen, me parece que el color distrae”, dice Aznar, que se detuvo en rutas y paisajes patagónicos, bonaerenses, mendocinos y hasta australianos para hacer sus tomas, cosecha 2013/2014.
En las fotos –que, según su tamaño se venden por 9.000 o 10.000 pesos– puede haber un pedacito nevado y cuyano de la Coordillera de los Andes, una sierra agachada por la erosión cerca de Tandil, la espuma rabiosa de un caudal de agua que corre rápido mientras se choca con las piedras del fondo, o el detalle de un tronco añoso de árbol, pero ni un ser humano: “La intención es que uno esté ante eso que muestra la foto, de ahí surgió el nombre de la muestra; es algo que te señala ‘esto que se ve ahí es lo mismo de lo que estás hecho vos’”, señala Aznar que, como si nombrara canciones, fue titulando las fotos a medida que las iba pasando y con lo primero que le venía a la cabeza. En 1986 hizo lo mismo pero al revés: un disco se llamó Fotos de Tokyo.
Es que algunos procesos creativos de la fotografía se parecen a los de la música, dice el artista: “El fotógrafo Ansel Adams decía que el negativo es la partitura y la copia final es la interpretación; es así porque cuando componés estás escribiendo una serie de notas pero la obra se completa cuando son expresadas. Y cuando hacés la toma, en fotografía, estás componiendo, eligiendo qué vas a poner, y en el revelado, en este caso digital, ves el resultado final, y nunca es dos veces igual, como cuando tocás una canción”. Editar una imagen es como arreglar una canción: “Termina en el momento en que si lo mejorás, lo empeorás”. En las fotos asoma el mismo perfeccionismo que se escucha en sus discos, la prolijidad vertiginosa con la que toca Eiti Leda o Mientes: son paisajes, pero es Pedro.
POR JULIETA ROFFO
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