martes, 29 de julio de 2014

El Ejército de Israel intensifica los bombardeos sobre la franja de Gaza


Una explosión inhabilita la única central eléctrica tras una noche de múltiples ataques



La única planta de electricidad de la franja de Gaza está fuera de servicio tras un ataque israelí este martes, según fuentes de la autoridad energética del enclave palestino. El portavoz de la compañía de distribución de electricidad en Gaza, Jamal Dardasawi, ha afirmado que dos granadas de tanques israelíes golpearon uno de los tres depósitos de combustible en el complejo de la planta, lo que ha provocado un incendio. La central ya había sufrido ataques la semana pasada y estaba funcionando a un 20% de su capacidad. Racionaba la electricidad apenas unas horas al día. Según el subdirector de la compañía eléctrica, Fathi el Sheij Jalil, la planta "no podrá generar energía eléctrica durante al menos un año". La explosión agravará los problemas de suministro energético a los 1,8 millones de habitantes de Gaza.
Israel había reanudado el lunes por la noche el fuego artillero y aéreo sobre la Franja de Gaza, con entre otros objetivos la casa del dirigente de Hamás y ex primer ministro, Ismail Haniya, sin que se hayan registrado víctimas. En dos ataques esta noche, uno contra la ciudad de Rafah y otro contra el campo de refugiados de Bureij murieron 17 personas, ocho mujeres y cuatro niños. Fuentes palestinas cifran en al menos 30 los muertos en la franja en los ataques de la noche del lunes.
Previamente, Israel había ordenado evacuar el campo de refugiados de Yabalia, densamente poblado, Shiyaiya y Zeitún. La orden afecta a unos 400.000 gazatíes, más de los que pueden encontrar cobijo en los refugios de la ONU.
Una explosión que mató a al menosocho niños y dos adultos en el campo de refugiados de Shati, al norte de Ciudad de Gaza, había cerrado el lunes el que había sido uno de los días más tranquilos desde que empezó la operación militar israelí en la Franja, hace tres semanas. El Ejército israelí negó haber atacado el barrio gazatí, donde sí detectó lanzamientos de cohetes por parte de las milicias palestinas. Fuentes militares de Israel descartaban cualquier duda acerca de que la explosión en Shati se debiera “al lanzamiento fallido” de un cohete palestino, que cayó antes de tiempo causando una nueva matanza entre civiles en Gaza. Por la tarde, el Ejército confirmó la muerte de cinco soldados, cuatro de ellos por fuego de mortero palestino en Eshkol, al sur del país; otro murió en combate. Al principio, afirmó que se trataba de civiles.
La escalada se había agravado con una incursión de milicianos palestinos en territorio israelí. Los guerrilleros usaron un túnel que les llevó cerca de Nahal Oz, en la frontera nororiental de la Franja. Los palestinos abrieron fuego contra soldados israelíes desde la retaguardia. Diversos medios israelíes hablaban de “varias bajas” entre los soldados. Según la agencia de noticias palestina Maan, los milicianos aseguran haber matado a 10 soldados enemigos. El Ejército habló de un palestino muerto y admitía que otros podrían haber escapado a través del túnel por el que llegaron. Algunos municipios pidieron a sus vecinos que se encerraran en sus casas para evitar encuentros con los infiltrados. Fuerzas especiales peinaron la zona durante la tarde.
La fiesta musulmana del Eid, el final del Ramadán, terminó así en una nueva escalada de violencia en la Franja, cuyos habitantes habían pasado un día de relativa calma, pese al ataque al principal hospital de la Franja, el de Al Shifa. Las calles estaban llenas de gente y las familias aprovecharon para reunirse y comer juntos. Se volvieron a ver grandes grupos de niños jugando por las calles. Ocho de ellos murieron mientras jugaban en una calle del campo de Shati, por una fuerte explosión que destrozó un coche y fachadas cercanas. Poco después de la detonación, un testigo ensangrentado declinó explicar lo que acababa de ver. Otros, como el joven de 15 años Mohamed Magdad, explicaban que se escuchó “una explosión” en la calle. Cuando corrió al lugar, encontró “mujeres llorando, niños heridos y despojos diseminados”. Entre los muertos estaban sus primos Hamud, de once años, y Bara, de cinco. Cerca del lugar donde jugaban se veía el impacto irregular de un artefacto del que no quedaba resto a las seis de la tarde. Unos testigos creían que podía tratarse de un misil de F-16. Otros disentían, porque estos dejan cráteres mayores.
El sastre Nidal Dirbi escuchó dos explosiones en la zona. Ensangrentado hasta el cuello, explicaba dos horas después de la explosión cómo ayudó a recoger los restos de los niños muertos junto al equipo de emergencia que llegó en una ambulancia. Él cree que se trató del ataque de un dron. Hubo decenas de heridos. Las Fuerzas Armadas israelíes niegan cualquier actividad militar en el barrio a la hora de la explosión y dicen tener pruebas de que se trató del lanzamiento fallido de un cohete de Hamás. El grupo islamista palestino, por su parte, acusa a Israel de la matanza. Desde que se inició la ofensiva, el pasado 8 de julio, han muerto ya 1.104 palestinos, de los que la ONU estima que tres cuartas partes eran civiles. El número de niños muertos supera ya los 200.
 Gaza 



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