Para 2020 el país espera producir el 90% de su energía a partir de fuentes limpias y seguras
Nicaragua, es lo que muchos expertos llaman un paraíso de las energías renovables: extensos recursos geotérmicos – producto de su larga cadena de volcanes y actividad sísmica-, una excelente exposición al viento y al sol, y una gran cantidad de fuentes dispersas de agua.
Hoy es el tercer país del istmo después de El Salvador y Costa Rica en generación de electricidad a partir de energía geotérmica, aunque el alcance energético de sus recursos es considerado como el mayor de Centroamérica. Posee reservas potenciales estimadas en 1.500 MW (más de la capacidad del sistema energético nacional que es de 1.300 MW) pero solo un 10% han sido desarrollados por sus dos plantas, Polaris y Momotombo.
Paradójicamente, hasta hace algunos años Nicaragua era dependiente de productos derivados del petróleo, excesivamente costosos y nada amigables con el medio ambiente. A esto se suma un tendido eléctrico limitado y una de las tarifas más caras de la región, con un promedio de 0,24 dólares por kilovatio/hora.
Teniendo en cuenta que el 42,5% de la población está debajo de la línea nacional de pobreza, la falta de acceso constante a energía eléctrica plantea un problema para el desarrollo económico de sus habitantes.
Con este panorama a cuestas, a partir del año 2006 el país se replanteó un cambio en su matriz energética a través de una fuerte apertura hacia la inversión privada en energías renovables. En la actualidad, un 58% de la energía se produce a partir de fuentes limpias y seguras y el restante 42% proviene del búnker, un combustible derivado del petróleo, según estimaciones del Ministerio de Energía y Minas (MEM).
¿Qué es la energía geotérmica?
Para visualizarlo mejor: se trata de grandes reservorios de agua a cientos de kilómetros de profundidad que entran en contacto con el magma. El vapor generado por ese contacto escapa de las entrañas de la tierra en la forma de columnas de gas, que salen disparadas hacia el cielo. Las plantas geotérmicas canalizan ese vapor hacia generadores y cuando el agua se enfría es devuelta a las profundidades, por lo que se tiene una fuente inagotable de energía limpia.
Según expertos del Banco Mundial, la energía geotérmica se puede generar a costos relativamente bajos, en comparación con la energía proveniente de combustibles fósiles. También es amable con el medioambiente, de acuerdo a los expertos.
“La generación de este tipo de energía no solo es importante por los efectos positivos en la economía, sino también por la reducción de emisión de gases de efecto invernadero en prácticamente 80,000 toneladas”, afirma el vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y Caribe, Hasan Tuluy.
Según ejecutivos de Polaris, el proyecto le significará a Nicaragua un ahorro de 88 millones de dólares en reducción de importación de petróleo. La planta, que genera 72 MW, está prevista de abastecer el 20% de las necesidades energéticas de Nicaragua. La inversión asciende a 450 millones de dólares, parcialmente financiados porCorporación Financiera Internacional (IFC).
Otros esfuerzos de generación de energía limpia son las llamadas “granjas de viento”, que son ya parte del paisaje rural nicaragüense. El mes pasado, por ejemplo, arrancó oficialmente el funcionamiento de 22 aerogeneradores de la planta Eolo, en el departamento de Rivas, que aportarán unos 44 MW de energía al interconectado nacional gracias a una inversión de 110 millones de dólares.
Para el año 2020, Nicaragua espera producir el 90% de su energía a partir de fuentes renovables, una meta que podría superar a Costa Rica, el más “verde” de sus vecinos, en donde el 84% de producción energética proviene de recursos limpios.
María Victoria Ojea es productora Online del Banco Mundial.
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