Gerardo Lissardy
BBC Mundo, Brasil
Una de las pocas cosas claras hasta ahora sobre la muerte del bailarín brasileño Douglas Rafael da Silva Pereira es que su caso muestra cuán frágil puede ser la seguridad en Río de Janeiro a menos de 50 días del Mundial de fútbol.
A las protestas violentas que el crimen de Pereira desató la noche del martes en Copacabana, que dejaron otro muerto y destrozos en medio de la zona más turística de Río, se sumaron nuevos incidentes de menor gravedad este jueves.
Fuerzas de seguridad lanzaron bombas de gas contra un grupo de manifestantes que volvían del entierro del bailarín y acusan a la policía de haberlo matado. La confusión generó el cierre de calles y comercios en el emblemático barrio carioca durante la tarde.
Las autoridades de Río han prometido investigar a fondo lo que ocurrió con Pereira en la favela de Pavão-Pavãozinho, ubicada en un morro entre Copacabana e Ipanema, y castigar a los responsables.
Si bien el caso tiene puntos en común con otros episodios recientes de violencia en favelas de Río, los expertos creen que ha hecho tambalearse de un modo especial la idea de que la ciudad es hoy un lugar más seguro que hace unos años.
"Esa imagen se viene un poco abajo cuando en mitad de Copacabana tenemos muertes, manifestaciones, destrozos, gente que no puede salir a la calle", dijo Ignacio Cano, un sociólogo del laboratorio de análisis de la violencia en la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ).
"Tensión"
Pereira tenía 26 años y con el apodo de DG se había hecho conocido por trabajar como bailarín en un programa popular de la red brasileña de TV Globo.
Su cuerpo sin vida apareció en la mañana del martes en el patio de una guardería de Pavão-Pavãozinho, favela a la que había ido para visitar a su hija de cuatro años.
El secretario de seguridad de Río, José Mariano Beltrame, reveló el miércoles que los estudios realizados al cuerpo de Pereira muestran que recibió un balazo fatal, lo cual contradijo la versión inicial de la policía de que murió por una caída.
Según Beltrame, la misma noche en que murió Pereira hubo un tiroteo entre narcotraficantes y miembros de la Unidad de Policía Pacificadora (UPP) de ese morro, una de las 37 instaladas en los últimos cinco años en diferentes favelas de Río.
Ocho de los diez policías que participaron en ese tiroteo fueron interrogados este jueves por los investigadores y negaron haber disparado contra Pereira, aunque dijeron que sí vieron un bulto saltando el muro de la guardería, según declaró un comisario a la prensa local.
Varias armas de la UPP también están siendo sometidas a exámenes técnicos, pero un problema de los investigadores es que nunca apareció la bala que mató a DG.
Beltrame negó que el caso de Pereira pueda compararse al de Amarildo de Souza, un albañil desaparecido el año pasado tras ser detenido por policías de Rocinha, la mayor favela de Río. 25 policías han sido arrestados y procesados por este caso, que también golpeó la política de "pacificación" de Río.
Sin embargo, muchos habitantes de Pavão-Pavãozinho están convencidos de que fue la policía que mató a Pereira y por eso protestaron el martes a la noche quemando neumáticos y causando destrozos.
En esos incidentes murió Edilson da Silva dos Santos, de 27 años, al recibir un balazo en la cabeza en circunstancias que también se investigan.
"Este caso muestra que la tensión en la ciudad entre policía y habitantes es muy alta", dijo Silvia Ramos, coordinadora del centro de estudios de seguridad de la Universidad Candido Mendes, con sede en Río.
"La tensión es mucho más alta de lo que se imaginaba", agregó en diálogo con BBC Mundo.
Los especialistas también creen que el hecho de que Pereira fuera conocido por su trabajo como bailarían aleja la posibilidad de que pudiera pertenecer al narcotráfico.
"Viejos temores"
Todo esto ocurre en una ciudad que está llamada a recibir siete partidos del Mundial, incluida la final el 13 de julio.
La situación es tan delicada que el secretario general de la Fifa, Jerome Valcke, negó este jueves que la mayor competición futbolística del planeta esté "en peligro" por la violencia en Río.
"Recibí mensajes de varias personas preguntando si había alguna guerra civil en Brasil por estas cuestiones en Río. Respondí que no. A veces un minuto de exposición muestra un lado que ni siempre corresponde con la realidad", afirmó Valcke de visita a la ciudad brasileña de Fortaleza, otra sede mundialista.
"Creemos que la violencia no va a llegar a la Copa del Mundo", sostuvo.
Pero Cano, el especialista en violencia de la UERJ, dijo que lo que hace diferente el caso de Pereira no es sólo que ocurrió en Copacabana sino a menos de dos meses del Mundial.
"(Esto) resucita el temor de que la inseguridad de Río pueda perjudicar el desarrollo normal del Mundial", indicó. "Trae de vuelta los viejos temores".
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