Espacios públicos, como los parques y canchas de juego, ayudan a reducir la violencia hasta en un 80%
Vista de la Biblioteca Plaza España en Medellín / BANCO MUNDIAL
La próxima vez que pase delante de un parque o de una cancha de fútbol en su vecindario, es posible que le agradezca haber salvado la vida de muchos, y quién sabe si hasta la suya propia.
Más allá del rol que juegan en el estímulo al deporte y en la preservación del medio ambiente, los espacios públicos e infraestructuras -calles, edificios, jardines, estaciones de tren, veredas- se están convirtiendo en aliados de la seguridad en Latinoamérica, donde en algunos casos se ha logrado reducir la violencia hasta en un 80%.
La razón es la siguiente: cuando estos espacios públicos están en buen estado –tienen buena visibilidad, iluminación y fácil acceso- tienden a modular positivamente el comportamiento de las personas. Y si a esto se incorporan actividades recreativas para dinamizarlos, apoyo institucional y un buen diseño de la infraestructura, se ha dado con la tecla adecuada para reducir los índices de criminalidad.
Y es que a pesar de que la falta de educación y de oportunidades laborales o las bolsas de pobreza, se perfilan comúnmente como las principales causas de la violencia, también existe otra de la que poco se habla, relacionada con espacios e infraestructuras urbanas olvidadas o poco cultivadas.
La evidencia empírica recién se está sistematizando a nivel regional, pero ya se cuenta con datos significativos a nivel de ciudades. Varios casos concretos a lo largo y ancho de la geografía latinoamericana demuestran estas premisas.
Medellín, por ejemplo, una ciudad en el pasado ensombrecida por el narcotráfico y una violencia desmedida, logró reducir los homicidios en un 80% en los últimos 20 años, gracias a la combinación de infraestructura innovadora, trabajo social y desarrollo institucional. Un caso ilustrativo es el de la nueva biblioteca pública Parque España, cerca de Santo Domingo, una comuna tradicionalmente violenta, que recibe a más de 1.000 visitantes diarios y, juntamente con una línea de Metro cable situada a escasos doscientos metros, ha logrado dignificar el lugar y ayudar a reducir la violencia en las calles.
En Bogotá también se están registrando avances en este sentido gracias al sistema de transporte TransMilenio que, según resultados preliminares de una evaluación del crimen en la ciudad por el Banco Mundial, está contribuyendo a reducir las actividades delictivas en las zonas cercanas a las estaciones de autobús.
Otro ejemplo lo encontramos en Honduras, donde las mejoras en infraestructura básica y la creación de espacios lúdicos aumentaron la conectividad y seguridad de 15 barrios en 8 municipalidades. Gracias a estas mejoras, posibilitadas por el proyecto Barrio Ciudad, el 85% de los pobladores de una de las comunidades se sienten más seguros en sus barrios, mientras que un 76% se siente más seguro dentro de sus hogares.
En el municipio de mexicano de Aguascalientes, hace 3 años el 75% de los habitantes consideraban la inseguridad como su principal preocupación. Gracias a la creación de espacios públicos abiertos y a la participación ciudadana, redujeron un 32% los delitos, hecho que contribuyó a que hoy en día solo el 22% crea que la inseguridad es el principal problema del lugar.
¨La presencia de buenas infraestructuras que sean frecuentemente usadas por la gente sirve como una especie de vigilancia pasiva de los propios ciudadanos”, explica Andrés Villaveces, experto en seguridad ciudadana del Banco Mundial.
“Y la actividad social y comunitaria asociada a estos espacios públicos agradables y fáciles de ver, sin lugares escondidos ni poco visibles, contribuye a reducir las actividades delictivas. Esta es una de la razones por las cuales las inversiones en infraestructura integradas a intervenciones de prevención de violencia y programas desarrollo social y comunitario pueden ayudar a la reducción de la inseguridad¨, agrega el experto.
La región más insegura del mundo
El fomento de buenas infraestructuras integradas a programas sociales y comunitarios parece vital para revertir el clima de inseguridad en que está inmersa la región. De acuerdo a cifras del Banco Mundial, Latinoamérica registra el 30% de los homicidios mundiales y, si tomamos las 50 ciudades con mayores tasas de homicidios en el mundo, 42 están en la región, incluyendo las primeras 16.
Con más de 10 asesinatos por 100.000 habitantes, la Organización Mundial de la Salud ha calificado los homicidios en América Latina como una “epidemia”. Solo en Centroamérica 18.000 personas mueren al año a causa del crimen.
Metrópolis latinoamericanas como Río de Janeiro, Ciudad de México, Lima o Caracas registran la mitad de los homicidios que se producen en sus países.
¨El enfoque basado en la infraestructura tiene que ser el complemento de otros acercamientos basados en la prevención, el desarrollo social y fortalecimiento de la gestión comunitaria, en estrategias legislativas y en el fomento del empleo y la justicia. Para reducir la violencia en Latinoamérica se deben considerar todos los acercamientos¨, dice Villaveces.
Teniendo en cuenta que el 80% de latinoamericanos vive en ciudades y que en los próximos años los procesos de urbanización se acentuarán, existe el riesgo de que la exclusión social, sumada a una mala planificación urbana y poco cuidado de los espacios públicos, traiga consigo más inseguridad ciudadana.
Para que esta predicción no se convierta en realidad, los diferentes actores sociales tienen un importante trabajo por hacer: planificar y cuidar los espacios públicos de sus ciudades.
Robert Valls es productor online del Banco Mundial
http://internacional.elpais.com/
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