La Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán denuncian en una lista de 29 puntos los abusos y restricciones que sufren en ese país
«Los talibanes tratan a las mujeres peor que a sus animales», así arranca la Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán (RAWA, por sus siglas en inglés) el apartado que dedica en su página web a la situación de las mujeres en el país asiático durante el mandato del grupo fundamentalista entre 1996 y 2001. Las restricciones impuestas por los talibanes completan una lista de 29 puntos que van desde «la completa prohibición del trabajo femenino fuera de sus hogares», hasta la «prohibición de imágenes de mujeres impresas en revistas y libros, o colgadas en los muros de casas y tiendas», pasando por el uso obligatorio del burka, prenda que ya existía con anterioridad a su llegada. Los legisladores islamistas, que llegaron a un país asolado por una guerra civil en la que los señores de la guerra también ejercieron una «violencia extrema» contra la población femenina, según Rawa, justificaron estas medidas en su deseo de «proteger» a las mujeres.
Mezclando la tradición local –especialmente de la etnia pastún, la mayoritaria en Afganistán- con su particular interpretación de un islam que mira a los tiempos del Profeta, instauraron un régimen que hoy en día perdura en el cinturón tribal que une Afganistán con Pakistán. Malala Yousefzainació en el valle de Swat, zona del norte paquistaní que vivió bajo la dominación talibán del valle del Swat entre 2008 y 2009 hasta que el Ejército lanzó una gran operación para obligarles a retroceder porque se aproximaban peligrosamente a Islamabad. La ley talibán y los combates continuos dejaron a miles de niños sin escuelas y fue en ese ambiente en el que comenzó a redactar su diario para el canal en urdu de BBC
El clérigo Maulana Fazlula desempeñaba el papel que el mulá Omar jugó en Afganistán en este pequeño valle que se convirtió de la noche a la mañana de lugar turístico en un emirato en toda regla. Además de no ver con buenos ojos «cualquier actividad de la mujer fuera de la casa», como detalla su código de 29 puntos, el hecho de que Malala sea premiada ahora por Occidente ha enojado aún más a unos integristas que tras intentar matarla hace un año en Swat, ahora extienden su amenaza a «cualquier lugar del mundo» porque la califican «enemiga del Islam».
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