jueves, 3 de octubre de 2013

Lugares donde poder reflexionar sobre el pasado

El Parque de la Memoria y el Museo de la Memoria en la ex ESMA plantean debates sobre el uso de esos espacios


(Alfredo Jaar, Geometría de la Conciencia, 2010, Plaza de la Memoria, Museo de la Memoria (Chile). Foto cortesía Parque de la Memoria.)

El Parque de la Memoria, Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado cumple un papel único en nuestro país.
Si bien el proyecto se inició en 1997, la inauguración del Monumento en 2007 y la apertura posterior de la Sala PAyS (Presentes Ahora y Siempre) han confirmado el acierto de un proyecto público en que la Ciudad y el Río se miran de frente, mientras abordan aspectos centrales de nuestra identidad rioplatense.
¿Qué pasó en nuestro país? ¿Cómo fue que se asesinaron miles de argentinos desde el Estado hace tan poco tiempo? ¿Qué cambió desde entonces? ¿Podemos restañar las heridas producidas en nuestra sociedad? ¿Qué papel puede jugar el arte en este proceso? ¿Cómo le contamos lo que pasó a las nuevas generaciones? ¿Como se transmiten el conocimiento y la experiencia, la emoción, el miedo, la memoria de lo que no se ha vivido?

El Parque de la Memoria no ofrece respuestas precisas. Es un lugar para hacerse preguntas y para dialogar. Y en eso lo ayuda el arte, ya que las esculturas que jalonan el itinerario zigzagueante a través de las estelas con los nombres de desaparecidos abren instancias de pensamiento y sentido alejadas de la muerte. Como sucede con la fotografía de quien ya no está, el nombre de una víctima en la piedra es una señal trágica.

(Vista del Parque de la Memoria

Sin embargo, en este lugar el dolor coexiste con la alegría que produce que esos nombres no hayan quedado en el olvido y se los pueda recordar en un espacio público y en medio de nuestra naturaleza.
La sala de exposiciones del Parque de la Memoria ha tenido una programación consistente sostenida en el tiempo. Con la muestra de Bill Viola, que acaba de concluir, la sala se ha consolidado como un espacio adecuado para desarrollar proyectos específicos en el sitio. Para un artista exponer su trabajo en este lugar tan cargado de símbolos y de experiencia histórica es un desafío.
Es que no se trata de un museo, sino de un memorial. Su sobriedad invita a la contención. Su narrativa es abierta. Si bien se aborda lo trágico, al hacerlo desde el arte, el entorno natural favorece el pensamiento. El parque está construido con el río como referencia, y el río, a su vez, es símbolo de lo sucedido en nuestro país.
El parque en sí es una construcción nueva, en la cual la relación que se establece con los hechos es emocional, de recuerdo del nombre y de reflexión en un espacio de cultura.
El otro gran lugar emblemático de estos años de posdictadura es el Espacio por la Memoria y los Derechos Humanos, ubicado en la ex ESMA.
Cuando en 2004 el ex presidente Kirchner echó a los marinos de esas instalaciones que fueron escenario de la más violenta violación a los derechos del hombre que hubo jamás en la Argentina, y decidió destinar el predio para un museo de la memoria se abrió un debate público sobre cómo recordar que no ha cesado aún.
La discusión acerca de cómo construir la memoria en ese espacio ha llevado a distintas respuestas y a intentos complementarios de abordar lo inenarrable.
Mientras la Justicia continúa su labor, estableciendo los principios fundamentales de la igualdad ante la ley y la responsabilidad de los asesinos, en la ex ESMA se busca construir memoria sobre la base de consensos transitorios que reflejan las distintas posiciones de nuestra sociedad frente a la memoria colectiva. Si bien la relevancia de esta discusión es central para nuestro futuro como sociedad, es imposible llegar a una conclusión única, ya que la memoria es cambiante en su relación con la historia y con las diversas perspectivas de futuro posibles.
El proyecto de construcción de un Museo de la Memoria no ha llegado aún a un consenso para la definición de un guión curatorial y narrativo.
El Museo es la discusión misma, hasta que se pase a la etapa de montaje. Los tiempos de la memoria no se resuelven por decreto sino por maduración.
Los destinos de cada uno de los edificios que componen el conjunto arquitectónico siguen formulándose y reformulándose.
El Casino de Oficiales, escenario principal de la represión, que se mantuvo prácticamente sin modificaciones, con una señalización y un arduo trabajo de guías especializados, ha cumplido un papel central en el debate, y aborda una nueva etapa con una curaduría de imagen y sonido que potenciará el recorrido.
El Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti ha promovido la actividad cultural en uno de los 34 grandes edificios que integran el complejo, con programas de exposiciones, conferencias, cine e instalaciones artísticas.
Los distintos organismos de Derechos Humanos desarrollan proyectos en otras unidades del complejo, mientras funcionan el Archivo Nacional de la Memoria y el canal Encuentro y se construyen el Museo de Malvinas y un Instituto de Estudios de la UNESCO.
Hay algo profundamente emocionante en todos estos proyectos: el lugar va llenándose de una nueva vida, aunque no puede eludir la marca trágica que lo caracteriza. El transcurso del tiempo y las distintas prácticas sociales llevadas adelante en ese espacio conflictivo darán posibles respuestas a los interrogantes y heridas que dejó el terrorismo de estado.

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