García Márquez y el autor de "Bestiario" fueron grandes amigos y dos de los mayores exponentes del llamado "boom" de la literatura latinoamericana.
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Cortázar y García Márquez, retratados en 1974 en París por Sara Facio.
El escritor Gabriel García Márquez, fallecido hoy, mantuvo una larga amistad con su colega argentino Julio Cortázar, que se prolongó incluso hasta la muerte del autor de “Rayuela”, en 1984.
García Márquez recordó que desde la lectura del primer libro de cuentos de Cortázar, “Bestiario”, comprendió que “aquel era un escritor como el que yo hubiera querido ser cuando fuera grande”.
Ambos fueron durante los años 60 dos de los mayores exponentes del llamado “boom” de la literatura latinoamericana, un grupo que compartieron junto a los escritores Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Octavio Paz, entre otros.
En ocasión de la muerte de Cortázar, García Márquez señaló que “los ídolos infunden respeto, admiración, cariño y, por supuesto, grandes envidias”.
“Cortázar inspiraba todos esos sentimientos como muy pocos escritores, pero inspiraba además otro menos frecuente: la devoción”, definió por entonces el escritor colombiano, fallecido hoy.
García Márquez confesó también que solía observar el proceso creativo de Cortázar en distintos bares de París, antes de entablar una amistad que conjugó arte y compromiso político con las experiencias de cambio en América Latina.
“Alguien me dijo en París que él escribía en el café Old Navy, del boulevard Saint Germain, y allí lo esperé varias semanas, hasta que lo vi entrar como una aparición”, evocó en su momento el autor de “Cien años de soledad”.
“Lo vi escribir durante más de una hora, sin una pausa para pensar, sin tomar nada más que medio vaso de agua mineral, hasta que empezó a oscurecer en la calle y guardó la pluma en el bolsillo y salió con el cuaderno debajo del brazo como el escolar más alto y más flaco del mundo”, dijo García Márquez.
Otra anécdota junto a Cortázar que el escritor fallecido hoy solía recordar tuvo lugar durante un viaje en tren de París a Praga, junto al autor mexicano Carlos Fuentes.
“A la hora de dormir, a Carlos Fuentes se le ocurrió preguntarle a Cortázar cómo y en qué momento y por iniciativa de quién se había introducido el piano en la orquesta de jazz”, recordó el escritor ganador del premio Nobel de Litearura en 1982.
“La pregunta era casual y no pretendía conocer nada más que una fecha y un nombre, pero la respuesta fue una cátedra deslumbrante que se prolonga hasta el amanecer, entre enormes vasos de cerveza y salchichas de perro con papas heladas”, reconstruyó el escritor colombiano.
García Márquez describió a Cortázar como “el hombre más alto que se podía imaginar, tenía los ojos muy separados, como los de un novillo, y tan oblicuos y diáfanos que habrían podido ser los del diablo si no hubieran estado sometidos al dominio del corazón“. (DyN)
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