Ernest Johnson grabó, en la parte trasera del instrumento, los lugares y las fechas de las batallas en las que luchó. Su nieta lo descrubió en un desván familiar e investigó la historia, narrada ahora en un libro
Ernest Johnson grabó notas de donde había servido durante la Gran Guerra en la parte posterior del instrumento de madera que utilizaba para entretener las tropas durante la contienda.
Fue la nieta del Johnson quien descubrió, en una bolsa de plástico en un loft, el instrumento que ha sido completamente restaurado así como las entradas conmovedoras de su diario que incluyen los nombres de los campos de batalla en los que estuvo.
Ernest Johnson tenía 32 años cuando se alistó en el cuerpo de ingenieros y zapadores de su Majestad, dejando a su familia, formada por su mujer Jenny y dos hijos pequeños.
Según relata el «Daily Mail», permaneció cuatro años al servicio del ejército, tiempo en el que fue testigo de innumerables horrores de la guerra, y como muchos otros soldados cuando regresó a su hogar era un hombre diferente.
Una veintena de lugares
Aquellos escenarios de la guerra quedaron grabados en su memoria pero también en la parte trasera de su violín, cuya primera anotación se refería a su propietario: «Este violín es del zapador E Johnson 143152», seguido de su dirección en North Shields, Tyneside. En la primera entrada (están escritas en letra bastante pequeña pues Johnson no sabía cuánto tiempo estaría en el frente) hace las siguiente referencia: «izquierda Buxton, en Francia, 08.08.1915». A esta le siguen una veintena de nombres de lugares y fechas donde fue testigo de enfrentamiento, lugares en los que tuvieron lugar batallas muy conocidas, tanto en Francia como en Bélgica e Italia.
Las entradas también contienen comentarios acerca de los períodos de licencia, así como una nota sobre el encuentro con el Rey Jorge de Inglaterra, en la primera línea en Messines, Bélgica. Mientras que la última reza: «Acabo con el ejército 18-2-19».
Entretener a los soldados
Durante su alistamiento, Ernest utilizó el violín para entretener a sus compañeros soldados, situados en primera línea de combate, interpretando versiones de canciones populares en tiempos de guerra
Él murió en 1948 y la historia de su violín se convirtió en parte de la leyenda de la familia hasta que su nieta comenzó a investigar suhistoria familiar en 2012.
Para su sorpresa, descubrió el violín que todavía existía y había sido guardado en una bolsa en el desván de su prima durante años.
Esta increíble historia increíble ha visto la luz pública ahora gracias a un nuevo libro de Paul Atterbury, «La Primera Guerra Mundial en 100 Tesoros familiares».
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