Erica Chernofsky
BBC
Se calcula que en la sociedad judía hay miles de mujeres en matrimonios rotos, en los que sus maridos se niegan a darles los documentos religiosos necesarios para el divorcio. En algunos casos, la esposa puede permanecer atrapada en esa situación durante años, ante la imposibilidad de rehacer su vida.
Shoshana se siente sola. Ha criado a sus tres hijos durante casi 15 años sin ayuda. No es una viuda ni está divorciada, sino que es lo que se conoce en hebreo como una agunah, o mujer "encadenada", debido a que como judía, aunque quiera, no puede liberarse de su matrimonio.
En el judaísmo, para que una pareja se divorcie, la mujer debe pedirle al marido un get, un documento para el trámite. Pero algunos esposos se niegan.
Shoshana vive en Israel y su marido vive en Estados Unidos, pero a pesar de que una corte judía local le exige darle el divorcio, todavía no lo ha hecho.
Como judía devota, se le prohíbe salir con alguien, volver a casarse o tener ninguna clase de relación con otro hombre hasta que se divorcie.
"Una mujer cuyo esposo se niega a darle el divorcio es realmente rehén de su matrimonio", dice Shoshana. "Es la forma más extrema de abuso emocional, porque él la está confinando a la soledad".
El marido de Shoshana, Aaron, afirma que está peleando por derechos de custodia y visitas a sus hijos, ya adolescentes.
En un correo electrónico, escribió que su esposa se niega a aceptar un divorcio que le permita "cualquier acuerdo razonable de custodia y visitas garantizadas" y que está dispuesto a darle el divorcio si acepta sus condiciones.
Él sostiene que si ella no hubiera levantado "barreras a mi derecho a una relación garantizada y normativa con mis hijos, ambos ya nos habríamos vuelto a casar".
De mutuo acuerdo
Al igual que el hombre debe conceder un divorcio, una mujer debe aceptarlo, pero hoy en día en Israel, sólo hay uno o dos hombres considerados "encadenados", en comparación con más de 100 mujeres, según el rabino Eliahu Maimon, encargado de las agunot (encadenadas) para la administración de justicia judía.
"En la ley judía, el matrimonio se celebra con total acuerdo de ambas partes, así que cuando se divorcian, también se requiere el acuerdo de ambos", explica Maimon.
"El matrimonio es una nueva realidad espiritual entre un hombre, una mujer y Dios. Es sagrado y, cuando deseas romper esa conexión espiritual, se debe hacer con propiedad".
En tiempos antiguos, una agunah era una mujer cuyo marido se iba a la guerra y nunca regresaba. Se desconocía si estaba vivo o muerto y la mujer no podía volver a casarse sin pruebas.
Actualmente esos casos son raros y cualquier mujer cuyo esposo se niegue a ir ante la corte judía para el proceso de divorcio es considerada una agunah.
Entretanto, Shoshana sigue prisionera dentro de su matrimonio. Ahora tiene 43 años y, si cuando era más joven pensaba en la posibilidad de volver a casarse y seguir con su vida, teme haber perdido esa oportunidad.
"No se me permite salir con otros hombres, ni pasar tiempo sola con otros hombres", comenta, porque sería considerada "una mujer adúltera".
Reformar la ley
El caso de Shoshana lo está manejando una abogada que también es asesora de la Corte Rabínica especializada en la ley judía, Tehilla Cohen, quien representa a las agunot en el sistema judicial judío.
Están esperando que la corte decida si adoptará métodos para forzar a su esposo a darle el divorcio, lo cual suele funcionar en Israel, pero no tiene poder real sobre alguien que vive en el exterior.
En Israel, una vez que la Corte Judía falla que el hombre le debe dar a su mujer el divorcio, si no cumple, le pueden aplicar sanciones civiles, incluyendo quitarle su licencia de conducir, cancelarle sus tarjetas de crédito y cerrarle su cuenta bancaria, multándolo y, en casos extremos, encarcelándolo, afirma Maimon.
Estas medidas suelen ser suficientes para convencer a un hombre que otorgue el divorcio a su esposa, aunque hay numerosos individuos presos en Israel y aún así se niegan obstinadamente a liberar a sus mujeres.
En el caso de Shoshana, debido a que su marido reside fuera, un decreto de la Corte Judía forzándolo a otorgarle el divorcio sólo implicaría que fuera rechazado por su comunidad judía local.
El rabino Maimon dice que actualmente está trabajando en impulsar dos nuevas leyes para ayudar a resolver estos asuntos.
La primera daría a las cortes judías más poder para restringir las vidas de los presos, por ejemplo limitando sus visitas y llamadas telefónicas.
La otra declararía delito negarse a otorgar un divorcio, permitiendo así la extradición para lidiar con los esposos israelíes que huyen a otros países para refugiarse.
Campaña en Facebook
Las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres Yad La'isha y Mavoi Satum señalan una cifra global de agunot de varios miles y sostienen que más mujeres judías sufren de extorsión financiera y de custodia de sus maridos para obtener un divorcio.
Anualmente marcan su lucha el Día Internacional de la Agunah, que este año cayó el 13 de marzo.
Esta semana, las organizaciones se reúnen con el Comité para la Promoción de la Mujer en el Parlamento israelí para tratar el tema.
También habrá un festival de cine que destaca a las mujeres y la religión, una campaña en Facebook para crear conciencia y una concentración en el centro de Jerusalén.
Todas las mujeres se pondrán máscaras blancas para ilustrar la falta de poder que tienen en sus vidas.
Si bien Shoshana no está segura que pueda volver a casarse, aún conserva la esperanza de que algún día será libre para decidir por sí misma.
"Alguien en mi situación siempre espera que tal vez algún día lo decida, quizás ocurra algo y finalmente lo convenciera de dejarme libre".
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