viernes, 21 de marzo de 2014

Mujeres, el alma de los rohingya

Marta Tucci ha captado en los campos de refugiados de Myanmar las vivencias de las mujeres de una de las comunidades más oprimidas del mundo



1) “La situación de la comunidad rohingya IDP es volátil e incierta. Las estrictas restricciones de acceso impuestas por el gobierno de Myanmar impide que las personas atrapadas en estos campamentos puedan acceder a necesidades básicas, tal como víveres y ayuda sanitaria. Si tienen suerte, reciben una pequeña proporción de arroz por persona una vez al mes, que proviene de UNHCR (ACNUR) o donaciones de carácter privado. Para poder sobrevivir, los rohingya han establecido un sistema de comercio simple que les permite pasar alimentos como contrabando con la ayuda de budistas locales, que han encontrado en esto una oportunidad de negocio para beneficiarse”.

  • Foto:Marta Tucci


2) “El pueblo rohingya de Myanmar es una de las minorías étnicas más perseguidas, vulnerables y olvidadas del mundo. 2012 marcó la culminación de tensiones étnicas entre budistas arakaneses y rohingyas musulmanes en una serie de erupciones violentas, definidas por Human Rights Watch como ‘brutal campaña de limpieza étnica’ contra los rohingya. Este suceso obligó a la mayoría de la población de esta etnia a huir y vivir en exilio en estados vecinos, pero más de 125.000 personas no consiguieron salir del país y viven atrapados en campamentos para personas desplazadas internamente (IDP) en diferentes regiones del estado de Rakhine, en el noroeste de Myanmar. En la imagen, Aamina, de 54 años y procedente de Thandawly”.

  • Foto:Marta Tucci


3) "Viajé a Sittwe (capital del estado de Rakhine) con la intención de documentar la situación de la comunidad rohingya desplazada internamente un año después de las oleadas de violencia. Cuando llegué a los campamentos IDP, me llamó la atención el abrumador número de mujeres y niños en comparación con hombres. La violencia vivida entre junio y octubre de 2012 causó una ruptura en las estructuras sociales de la comunidad, dejando a muchas familias y mujeres desprovistas de una figura masculina adulta. Este desorden social causó un profundo impacto en las relaciones de género, precipitando a las mujeres a asumir y/o dar mayor visibilidad a roles masculinos tradicionales con el fin de garantizar la supervivencia de sus familias. Y, si bien esta violenta campaña de limpieza étnica ha tenido un efecto negativo incalculable en los rohingya en su conjunto, la brecha abierta ha permitido asistir al cuestionamiento de los roles tradicionales de género –entendidos como naturales– y ha enfatizado la fuerza y valor de las mujeres dentro de la comunidad. En la imagen, cuatro generaciones de mujeres Rohingya de Thandawly".

  • Foto:Marta Tucci



4) Con tan solo 17 años, Noor Haba perdió a su esposo durante una oleada de violencia en octubre, y su hijo fue raptado por las fuerzas armadas birmanas (budistas arakaneses) cuando huía de su pueblo en llamas. Al igual que muchas madres que viven atrapadas en esta situación, Noor tuvo que vender los pocos objetos de valor que tenía para poder sobornar a las fuerzas del ejército birmano con el fin de recuperar a su hijo. Lleva casi un año atrapada un campamento IDP con su hijo, que sufre de un trastorno congénito. Cuando conocí a Noor, estaba embarazada de cinco meses tras ser víctima de una violación por los mismos militares que vigilan las entradas y salidas de los campamentos IDP".

  • Foto:Marta Tucci



5) Hacinados en improvisadas estructuras de paja, los rohingyas IDP habitan soluciones temporales que se han derivado en permanentes y delimitado una forma de vida deficitaria. La falta de alimento y refugio, de agua potable, de saneamiento y atención médica adecuada es ya una rutina para las comunidades desplazadas, en las que la desesperación erosiona rápidamente su dignidad y esperanza”.

  • Foto:Marta Tucci



6) “Quienes se han visto obligados a huir de los abusos se exponen ahora a sufrir una inseguridad extrema, así como a una vida de encarcelamiento en campos de desplazados internos. Debido a las prohibiciones de las fuerzas de seguridad de inmigración vigentes, estas personas tienen prohibido el acceso a los mercados, a la salud y a otras necesidades básicas que se encuentran fuera de los campamentos. Así mismo, las autoridades restringen el acceso de la ayuda humanitaria, por lo que la llegada de la temporada de monzones, que conlleva riesgo de inundaciones y de padecer epidemias de malaria y disentería (entre otras enfermedades), se ha convertido en una realidad que podría derivar en un desastre humanitario a gran escala. En la imagen, Zara Hadu de 50 años y procedente de Thandawly Villlage”.

  • Foto:Marta Tucci



7) Cuando conocí a Noor Nara, de 50 años, me sobrecogió su determinación y valor por proteger la cultura e identidad rohingya. Antes de llegar a Rabba Garden IDP, Noor fue capturada por militares birmanos y forzada a firmar unos documentos definiendo su identidad nacional como bengalí, negando de esta manera la existencia de una etnia rohingya en Myanmar. Víctima de chantaje, abusos y torturas, Noor nunca accedió a firmar los documentos y tras huir de su cautiverio, encontró refugio en el campamento de Rabba Garden. Noor lidera junto a un grupo de rohingya desplazados una iniciativa de escribir una carta diaria dirigida a las Naciones Unidas expresando la grave situación de su comunidad y la urgente necesidad de ayuda. Hasta el momento nunca han recibido respuesta, pero como ella misma expreso: ‘Seguiremos escribiendo hasta que alguien nos escuche”.

  • Foto:Marta Tucci




8) Ante el silencio y falta de interés de los medios de comunicación así como de la ausencia de toma de decisiones de la comunidad internacional, los rohingya han sido condenados a una existencia sombría y a vivir abandonados a su suerte en campos de desplazados. Durante mi tiempo dentro de los campamentos, no presencie en ningún momento regímenes de ayuda humanitaria de carácter nacional o internacional”.

  • Foto:Marta Tucci



9) La fe irrevocable de Mehjabeen (de 62 años) la ha convertido en un punto de referencia espiritual, y una persona muy respetada dentro de la comunidad desplazada rohingya. Educa a los jóvenes y lidera las oraciones de las mujeres y niños, sin importar las circunstancias que les rodeen. Mehjabeen me permitió presenciar las oraciones de Asr (la tercera del día), y fue probablemente uno de los momentos de esperanza más fuertes que viví durante mi tiempo con los rohingya. Antes de marcharme, Mehjabeen se acercó y me dijo: ‘Por favor lleva tus fotografías y nuestras historias a la comunidad internacional para que puedan venir a ayudarnos”.

  • Foto:Marta Tucci



10) Dada la trascendencia de esta situación, este reportaje pretende documentar la difícil coyuntura que atraviesan las mujeres rohingya de todas las edades, y asume la necesidad de prestar atención no solo a las condiciones de vida alarmantes que padecen ellas y sus familias, sino a la evolución del papel de la mujer en un grupo social que atraviesa una situación de conflicto y postconflicto. Mi objetivo es dar a conocer, por tanto, la capacidad de resistencia individual y colectiva de esta comunidad, y dejar constancia de que, a pesar de habitar diariamente la desesperación, estas mujeres sostienen con dignidad la responsabilidad de cuidar de sí mismas, de sus familias y de la comunidad, así como de velar por el destino de una minoría étnica olvidada y en riesgo de desaparecer por completo”.

  • Foto:Marta Tucci



Tomado de: http://elpais.com/elpais




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