domingo, 6 de octubre de 2013

Erradicar el trabajo infantil

La conferencia internacional de Brasil debe ser decisiva contra la explotación de los niños



A pesar de la existencia de un fuerte marco jurídico internacional destinado a la erradicación del trabajo infantil y el amplio consenso logrado entre los países sobre el tema, más de 168 millones de niños siguen siendo víctimas del trabajo infantil en todo el mundo. Entre ellos, 85 millones sufren de sus peores formas, las que son perjudiciales a su salud, seguridad y moralidad.
La comunidad internacional ha logrado avances importantes en la lucha contra el trabajo infantil. Los datos publicados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el pasado 23 de septiembre muestran un marcado descenso en el número de niños que trabajan, en todas las regiones del mundo: había 246 millones de niños trabajando en el año 2000, 215 millones en el 2008 y, finalmente, 168 millones en el 2013, con una reducción total de tasas de trabajo infantil superiores al 30% en los últimos 13 años. Sin embargo, para los niños que siguen trabajando estas cifras están lejos de ser suficientes.
Brasil será la sede de la Tercera Conferencia Mundial sobre el Trabajo Infantil entre el 8 y el 10 de octubre. Nos sentimos honrados de contribuir con el avance de los esfuerzos para la erradicación sostenida del trabajo infantil, que es el tema central de la conferencia.
Esta es la primera vez que la conferencia se llevará a cabo en un país en desarrollo. Se ha invitado a participar a los representantes de todos los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas y observadores, incluyendo trabajadores, empleadores, Gobiernos y sociedad civil. Esta iniciativa es única, en el sentido de que universaliza la lucha contra el trabajo infantil mediante la participación de la totalidad de los países del mundo y de los diferentes sectores sociales involucrados en el esfuerzo. A pocos días del evento, el número de países representados en la misma ya ha superado los 150, más del doble de la II Conferencia Mundial, en 2010. Esto es un logro en sí mismo, y ya es motivo de celebración.
La erradicación del trabajo infantil en el menor tiempo posible es el objetivo final, y el ideal que Brasil defiende. En 12 años, las iniciativas de Brasil en este área han reducido en más de 1,7 millones el número de niños de 5 a 14 años de edad que trabajan, el 66,5%.
La eliminación de las peores formas de trabajo infantil es primordial, y la meta de lograrlo para el año 2016 es impostergable, pero la lucha no terminará allí. Tenemos que ir más allá, y eso es exactamente lo que Brasil continuará haciendo, tanto a nivel interno, a través de la profundización de su extensa red de políticas públicas para la protección social y de los niños, como a escala internacional, a través de la promoción de la cooperación creativa entre los países con el fin de involucrar a todos en el esfuerzo por universalizar e institucionalizar la lucha contra el trabajo infantil.
Erradicar el trabajo infantil es un imperativo moral, ya que los niños constituyen el segmento más indefenso y vulnerable de nuestras sociedades. Cada hora trabajada por nuestros hijos les roba a ellos más que la oportunidad de ser niños: les roba años de su vida adulta. Erradicar el trabajo infantil es también un desafío mundial. No hay una sola región del mundo, rica o pobre, que esté completamente libre de esta plaga. Sin determinación política el trabajo infantil no desaparecerá, ni en períodos de crecimiento ni en los de crisis. Debemos asegurarnos que el trabajo infantil no sea visto nunca más como algo natural, y que comience a ser percibido como el flagelo que es.
La erradicación del trabajo infantil cuenta con el consenso entre las naciones. Ninguna nación defiende el trabajo infantil. Los marcos conceptuales y legales ya existen, pero todavía persisten los desafíos en la práctica. Es allí entonces donde radica la importancia de la Tercera Conferencia Mundial sobre el Trabajo Infantil, y la principal oportunidad que representa: ser una plataforma para la participación y la movilización en torno a las experiencias prácticas de éxito que nos pueden llevar, de manera progresiva, a un mundo libre de trabajo infantil.
Mientras vemos al mundo moverse hacia ese objetivo, la universalización de la lucha contra el trabajo infantil resulta cada vez más esencial. Los Gobiernos debemos adoptar y hacer cumplir las medidas y legislaciones relevantes para la lucha contra este flagelo, directa e indirectamente; las organizaciones de empleadores y de trabajadores deben cumplir estrictamente con las reglas; y la sociedad civil debe trabajar para concienciar a los individuos hasta el punto de que la sola idea de trabajo infantil, en cualquiera de sus formas, se vuelva intolerable.
El País de Madrid

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