Nueva Jersey se convierte en el segundo Estado, tras California, en prohibir estos tratamientos en menores. Sus defensores apelan a la libertad de expresión
Un tribunal de apelaciones de California ha dictaminado este jueves que la ley que aprobó ese Estado en septiembre de 2012 prohibiendo las terapias para curar la homosexualidad para los menores de edad es constitucional. Ese Estado fue el pionero en firmar una legislación semejante en EE UU. Hace una semana, Nueva Jersey se convirtió en el segundo territorio en vetar ese tipo de terapia en las mismas circunstancias. La aprobación de ambas normas es una muestra del creciente malestar de la sociedad estadounidense ante este tipo de prácticas, cuestionadas por la Asociación Americana de Psicología(APA), y ha revivido el debate entre la preeminencia de los derechos de los homosexuales, que consideran que estos tratamientos atentan de manera frontal contra la libertad sexual, y quienes defienden la libertad religiosa y el derecho de elección de los padres.
En EE UU existe un consenso médico y científico en torno al carácter “potencialmente dañino” de las terapias de reorientación sexual y a la ausencia de evidencias sobre su efectividad. Esta fue la conclusión a la que llegó la APA en 2009 tras un estudio de más de dos años en el que se advertía de las posibilidades de que quienes se sometían a las mismas sufrieran depresión o desarrollaran tendencias suicidas, entre otros riesgos para la salud. Ese es el criterio en el que se ha apoyado el gobernador de Nueva Jersey, el republicano y católico Chris Christie, para firmar la ley. Aunque la APA se opone a este tipo de tratamientos de conversión, no los prohíbe explícitamente, y en su guía de práctica deontológica se señala que no se puede impedir a los pacientes acceder al tratamiento que reclaman en virtud del derecho a la libertad religiosa. A preguntas de este diario, la APA ha insistido en que no tiene ninguna posición concreta sobre este tipo de terapias.
Un tribunal de apelaciones de California ha dictaminado este jueves que la ley que aprobó ese Estado en septiembre de 2012 prohibiendo las terapias para curar la homosexualidad para los menores de edad es constitucional. Ese Estado fue el pionero en firmar una legislación semejante en EE UU. Hace una semana, Nueva Jersey se convirtió en el segundo territorio en vetar ese tipo de terapia en las mismas circunstancias. La aprobación de ambas normas es una muestra del creciente malestar de la sociedad estadounidense ante este tipo de prácticas, cuestionadas por la Asociación Americana de Psicología(APA), y ha revivido el debate entre la preeminencia de los derechos de los homosexuales, que consideran que estos tratamientos atentan de manera frontal contra la libertad sexual, y quienes defienden la libertad religiosa y el derecho de elección de los padres.
En EE UU existe un consenso médico y científico en torno al carácter “potencialmente dañino” de las terapias de reorientación sexual y a la ausencia de evidencias sobre su efectividad. Esta fue la conclusión a la que llegó la APA en 2009 tras un estudio de más de dos años en el que se advertía de las posibilidades de que quienes se sometían a las mismas sufrieran depresión o desarrollaran tendencias suicidas, entre otros riesgos para la salud. Ese es el criterio en el que se ha apoyado el gobernador de Nueva Jersey, el republicano y católico Chris Christie, para firmar la ley. Aunque la APA se opone a este tipo de tratamientos de conversión, no los prohíbe explícitamente, y en su guía de práctica deontológica se señala que no se puede impedir a los pacientes acceder al tratamiento que reclaman en virtud del derecho a la libertad religiosa. A preguntas de este diario, la APA ha insistido en que no tiene ninguna posición concreta sobre este tipo de terapias.
Esto es lo que le ocurrió a James Guay, un psicoterapeuta titulado que trabaja, sobre todo, con homosexuales y transexuales. Entre los 12 y los 20 años, Guay acudió voluntariamente a terapias de reconversión sexual con un psicólogo cristiano exgay. “En mi entorno familiar yo era una abominación de dios, condenado al infierno. Me lo creí y traté de hacer todo lo posible por cambiar eso”, cuenta en conversación telefónica. “Esas terapias estigmatizan mucho más a los homosexuales, enfatizando lo inaceptable que es ser gay, acrecentando tu vergüenza, especialmente cuando te muestran a otros pacientes que aseguran que se han curado. Te hace preguntarte que algo muy malo debe haber en ti, puesto que ni siquiera eres capaz de cambiar como los demás”, indica. Muchos de los pacientes de Guay son homosexuales que han pasado por ese tipo de tratamientos de conversión sexual. Su testimonio fue muy importante de cara a la aprobación de la legislación de California.
En el fondo de este debate subyace la cuestión de si la orientación sexual realmente puede ser alterada mediante el consejo o la terapia, lo que implica reconocer que la homosexualidad no es algo natural. Existen distintos métodos y teorías psicoanalíticas contemplados dentro de la praxis profesional -sobre los que la APA se muestra más neutral-, como la terapia de identidad sexual, la reparadora, la de afirmación de género, la de completitud de género o la de contexto específico, y otros que están al margen de las corrientes más o menos médicas, que han sido explotados por organizaciones religiosas, grupos de exgais y otras instituciones que han hecho de la conversión una jugosa industria.
Por 650 dólares el fin de semana (490 euros), People can Change ofrece la posibilidad de participar en el Journey into Manhood [Viaje hacia la hombría] que ofrece 48 horas de ejercicios individuales y en grupo,visualizaciones, socialización a través de actividades masculinas... en campings o centros turísticos en plena naturaleza a grupos de hasta 32 hombres que quieren eliminar su atracción sexual hacia otros hombres. “Jouney into Manhood ofrece la oportunidad a sus participantes de explorar las circunstancias subyacentes y que estaban ocultas que han podido crear un conflicto interno y generar su atracción hacia personas del mismo sexo”, cuenta su fundador, Richard Wyler, quien defiende que su trabajo no es dañino ni perjudicial para la estabilidad mental de los pacientes, como preconiza la AMA o Guay. “Todas esas afirmaciones están llenas de perjuicios en favor de los gais y en contra de quienes quieren guiarse y ser fieles a su moral religiosa y sus ideales. No hay ninguna terapia beneficiosa al 100% para nadie”.
Recientemente, un grupo de antiguos pacientes ha interpuesto una demanda por fraude al consumidor contra Jews Offering New Alternatives To Healing, [Judíos ofreciendo nuevas alternativas para la curación], una organización de Nueva Jersey similar a People can Change.
Pese a la férrea convicción de sus defensores, el movimiento exgay está plagado de disculpas e impactantes retractaciones. el 19 de junio de este año la organización estadounidense más influyente y numeroso del movimiento ex-gay, Exodus International, se disolvió emitiendo un comunicado en el que pedía perdón a la comunidad gay por promover tratamientos destinados a cambiar la orientación sexual de los homosexuales. El psiquiatra Robert Spitzer, cuyo estudio a favor de las terapias de reconversión sexual en 2003 ofreció una base científica a los defensores de estas prácticas para argumentar su efectividad, reconoció el año pasado que sus investigaciones sobre la cura de la homosexualidad carecían de fundamentos científicos y pidió perdón a la comunidad gay.
EVA SAIZ Washington
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