Valerie conoció los más íntimos secretos del escritor estadounidense Ernest Hemingway
Valerie Hemingway, escritora de origen irlandés que desde los 19 años fue su secretaria privada, y que adoptó el apellido al casarse con Gregory, hijo del escritor de El viejo y el mar.
Valerie habló sobre algunos aspectos importantes de la llamada Generación Perdida, a la que perteneció Hemingway, y de la curiosa vida que llevó mientras ejercía como mano derecha del escritor.
¿Cómo conoció a Hemingway?
Yo soy de origen irlandés. Tenía 19 años y estaba trabajando en Madrid para una agencia de noticias belga, de la que me enviaron a entrevistar a Hemingway. Nos entendimos muy bien en la entrevista gracias a James Joyce (también irlandés), del que Ernest era admirador. La conversación sobre Joyce fue muy profunda.
Cuando la entrevista terminó, me dijo si estaba en mis planes ir a las fiestas de San Fermín, en Pamplona, y yo le dije que no. Él hizo organizar lo que fuera necesario para que fuera con él: desde pasajes hasta las entradas para las corridas.
Faltaba una semana para que él cumpliera 60 años y su esposa le estaba organizando una fiesta. Él me dijo que me quedara para la fiesta pero yo le dije que tenía que volver al trabajo. Entonces me dijo que si el problema era el trabajo por qué no me quedaba a trabajar con él. Ahí comenzó todo.
¿Qué tenía que hacer como secretaria privada de Hemingway? ¿En qué consistía su trabajo?
Tenía que ser una bebedora muy diestra y saber comer muy bien. También escuchar muchas conversaciones. Él era una persona muy sociable.
También le encantaba enseñar y los deportes, así que me enseñó a pescar, me enseñó a cazar y disparar, me enseñó pesca submarina, boxeo y hasta sobre las carreras de caballos. Las últimas dos no me las enseñó en la práctica, claro, sino más bien desde las apuestas.
Y bueno, lo normal de mis funciones era contestar la correspondencia y transcribir sus manuscritos.
¿Cómo era un día corriente en la vida del escritor?
Hemingway escribía toda la mañana. A veces sólo lo veía hasta la hora del almuerzo. Después de almorzar nos íbamos a pescar, o a las corridas, y tomábamos y comíamos. Nos divertíamos mucho.
¿Qué pasó tras la muerte de Hemingway?
Después de su muerte, su viuda y yo nos fuimos para la Finca Vigía, en Cuba, propiedad de Hemingway. Allí revisamos su correspondencia, sus manuscritos, nos encontramos el manuscrito de El viejo y el mar y obras aún inéditas.
Fue un trabajo cuidadoso porque él siempre dijo que la correspondencia estaba prohibida. Que no podía ser publicada.
Durante cuatro años clasifiqué y organicé todos los manuscritos para Carlos Baker, su biógrafo, y para la Biblioteca John F. Kennedy, donde ahora están sus obras.
¿Qué enseñanza le dejó a usted Ernest Hemingway?
¿Lo más importante? Que hay que vivir intensamente y vivir utilizando al máximo todos los sentidos. Que hay que vivir todo con mucha fuerza, porque él siempre dijo que no se puede escribir nada que no se haya vivido
Recordando a Ernest Hemingway, al cumplirse un nuevo aniversario de su fallecimiento
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