Cristina Peri Rossi
El bretel se venía abajo
-negro-
como la cinta
de un telón precipitado
Entonces
comenzaba el espectáculo de tus senos
esa obra perfecta
que un dios enamorado
creó como un espejo
donde toda belleza se miraba
a sí misma
como yo los contemplaba
sintiendo desde ya su pérdida
todo huye irremediablemente
todo escapa
nada se retiene
nada se guarda
salvo en las paredes de un museo
donde arrobadas
contemplamos conjuntamente
El nacimiento del mundo
ese que fascinó a Courbet
cuya fascinación
se propaga
como una religión
Los fotografíé.
Te pedí perdón:
no soy Courbet
sólo soy
alguien que amó tus senos
sabiéndolos perecederos.
-negro-
como la cinta
de un telón precipitado
Entonces
comenzaba el espectáculo de tus senos
esa obra perfecta
que un dios enamorado
creó como un espejo
donde toda belleza se miraba
a sí misma
como yo los contemplaba
sintiendo desde ya su pérdida
todo huye irremediablemente
todo escapa
nada se retiene
nada se guarda
salvo en las paredes de un museo
donde arrobadas
contemplamos conjuntamente
El nacimiento del mundo
ese que fascinó a Courbet
cuya fascinación
se propaga
como una religión
Los fotografíé.
Te pedí perdón:
no soy Courbet
sólo soy
alguien que amó tus senos
sabiéndolos perecederos.
Fotografía de Pat Merz
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