Existe una región en el corazón de la isla de Sulawesi (o denominada en nuestros antiguos libros de texto como isla de Célebes), esa isla de Indonesia que tiene forma de la K de kellogs, y que parece que haya sido sacada de un documental de La 2. Los campos de arroz cultivados en terrazas salpican el paisaje, mientras los agricultores se afanan junto a sus búfalos en labrar ese tejido de verde intenso, y al fondo se pueden observar una línea de curiosas construcciones. Estamos en la región de Tana Toraja.
En el territorio de los Toraja, allí donde no hay un arrozal, se erige un ostentoso tongkonan, una construcción que sirven como granero si se levanta sobre cuatro pilares (togkang) o bien como lugar de reunión para la familia, y se caracterizan por estar coronada por un peculiar tejado que asciende en ambos extremos hacia el cielo, imitando los cuernos de un búfalo o la silueta de un barco, y donde el estatus familiar viene representado por las osamentas de búfalo que presiden la entrada a la vivienda. Y es que estos bucólicos paisajes de postal atrincherados entre montañas, alberga una etnia que ha conseguido mantener intactos hasta hoy en día una serie de cultos y ritos distintivos, siendo el que tiene una mayor relevancia, la ceremonia que gira en torno a la muerte: el tomate.
Una vez que una persona perece, comienzan los preparativos de su funeral. Durante los meses que pueden llegar a durar dichos preparativos, el difunto permanece en la casa familiar conservado gracias a una inyección elaborada a base de productos naturales, y son los familiares los encargados de reunir todo el dinero suficiente para costear el funeral, pudiendo endeudarse varias generaciones. Y es que la clase social del homenajeado marcará los cortejos del funeral, siendo éste más ostentoso cuanto mayor sea la condición del fallecido, llegando a convidar a varios millares de invitados y sacrificando varias decenas de búfalos y cerdos. Y es que el búfalos es el símbolo de la riqueza para los Tana Toraja, pudiendo estos costar desde 50€ los más viejos y escuálidos a más de 6000€ los anómalos búfalos albinos.
La celebración suele durar unos cuatro días, es por ello que para albergar durante los fastos a la avalancha de invitados, los familiares construirán varios barracones que serán derruidos una vez concluidas las celebraciones. Y es que, pese a lo que pueda parecer, no es una celebración triste, sino todo lo contrario. Los bailes, los desfiles y hasta un speakernarrando las peripecias del difunto amenizan la jornada, mientras los búfalos sacrificados yacen a los pies del altar del difunto. En un periquete el búfalo es descuartizado y repartida su carne entre los invitados, para que posteriormente cada núcleo familiar cocine su propio pa´piong o típico guiso de carne y verduras cocinado dentro de una caña de bambú.
Y es que no se repara en gastos para contentar a los dioses y que el difunto quede satisfecho y así la familia se gane el cielo. De ahí la importancia de los sacrificios, ya que las almas de los animales sacrificados acompañan al fallecido en la nueva vida, así como las posesiones que pueda necesitar en su futura vida.
Es por ello que los toraja son enterrados en cuevas talladas en la roca (salvo los niños a los que todavía no les han nacido los dientes que son enterrados en árboles huecos) y dichas sepulturas son cerradas por ricas puertas labradas en madera y flanqueadas por unas efigies a imagen y semejanza de los fallecidos, denominadas tau-tau,y decoradas con las ropas del muerto; incluso las pelucas están confeccionadas con su propio pelo.
Asistir a una de estas ceremonias es un paso obligado para todo viajero que recorre la isla de Sulawesi. Es durante los meses de julio y agosto, una vez acabada la época de lluvias, cuando se celebran un mayor número de funerales, desde los más sencillos a los más ostentosos, aunque estos se suceden a lo largo de todo el año. Así que si decides viajar a Indonesia, no olvides pegar el salto a esa isla de peculiar forma, y disfrutarás no solo de sus paisajes de postal (una de las zonas más bonitas del país) sino de la hospitalidad toraja mientras celebras junto a ellos el salto a la nueva vida degustando un sabroso plato típico local y bebiendo vino de palma a cuenta de fallecido. Que este mal trago siempre es mejor pasarlo acompañado ¿no?
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