Requisan un cuadro representando al presidente ruso travestido, cierran la exposición y el autor huye a Francia para evitar la cárcel
Aparecer en fotos con el torso desnudo se puede permitir, pero nunca caricaturizado como un transexual. El presidente Vladímir Putin se considera un machote y no está dispuesto a consentirlo. La solidaridad con los colectivos de gays y lesbianas se ha manifestado esta vez a través de la pintura. El artista ruso, Konstantín Altunin, ha representado en uno de sus trabajos a Putin y a su primer ministro, Dmitri Medvédev, travestidos. La reacción del Kremlin no se ha hecho esperar. Se ha vuelto a aplicar la censura y la persecución.
El cuadro ha sido requisado, la exposición clausurada y Altunin ha tenido que huir a Francia con lo poco que llevaba encima antes de que le detuvieran. El diputado Vitali Milónov, uno de los artífices de la ley aprobada en junio que prohíbe la propaganda homosexual e instigador del actual escándalo con la obras de Altunin, ha declarado a la radio Eco de Moscú que «hay demasiados chinches y es hora ya de fumigar».
Hay además otros tres lienzos confiscados, uno en el que aparece Milónov junto a una bandera con los colores del movimiento gay, un retrato de Kirill, el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa, con el cuerpo lleno de tatuajes, dos de ellos con los rostros de Lenin y Stalin, y otro sobre las «fantasías eróticas» de la diputada Elena Mizúlina, iniciadora también de las recientes leyes homófobas.
Todo ello estaba expuesto en el llamado «Museo del Poder», inaugurado en el centro de San Petersburgo, en plena avenida Nevski, el pasado 15 de agosto. Esta primera muestra incluye varios retratos más de Putin y también de Barack Obama, Mijaíl Gorbachov, una copia del famoso beso de Leonid Brezhnev y Erich Honecker y diversos personajes. Pero, según Viacheslav Stepchenko, portavoz de la Policía, «solamente los cuatro cuadros retenidos deben ser sometidos a una investigación para determinar si su contenido tiene carácter extremista».
Stepchenko sostiene que «fue un ciudadano el que avisó de que la exposición viola las leyes rusas». A continuación apareció Milónov por el museo e, inmediatamente después, el martes pasado, se personaron varios agentes de los servicios secretos acompañados por policías armados con fusiles Kaláshnikov. «Precintaron el museo y se llevaron las cuatro telas», asegura el director de esta pequeña pinacoteca privada, Alexánder Donskói, antiguo alcalde de la ciudad rusa de Arjánguelsk y represaliado por intentar presentarse a unos comicios presidenciales.
Pies en polvorosa
Varios agentes se trasladaron ese mismo martes al domicilio del pintor para efectuar un registro y, al enterarse Altunin de que le estaban esperando, puso pies en polvorosa, se fue directamente al aeropuerto con lo puesto y compró un billete de avión a Copenhague. Era el primer vuelo que salía hacia un país europeo. Desde allí viajó después a París y ha solicitado ya asilo.
Milónov dice que no podía permitir que le pintaran «con la bandera que enarbolan los sodomitas seropositivos». Está seguro además de haber hecho un favor a Altunin y Donskói. Según sus palabras, «si el museo hubiera seguido abierto un día más, alguien hubiera ido para romperles la cara».
No es la única manifestación artística cercenada desde que Putin volvió a la Presidencia. El galerista Marat Gelman denuncia que este año le han clausurado ya cuatro exposiciones, una de ellas dedicada a los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi. Gelman cree que la actitud de las autoridades rusas en relación con los cuadros de Altunin es contraproducente para ellos mismos, ya que «lo que están consiguiendo ahora es dar mayor publicidad a la muestra».
Lo mismo ha sucedido con las componentes del grupo punk «Pussy Riot», convertidas en mártires de la causa contra la política autoritaria del Kremlin. Improvisaron un concierto en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú el año pasado e imploraron a la Virgen María que apartase a Putin del poder. Fueron condenadas por ello a dos años de cárcel.
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