La cantante rememoró su vida en un documental dirigido por el bailaor Rafael Amargo
FERRAN BONO Valencia
"Era una mujer guapísima. Negra mezclada de china. La vi y me quedé muda". Era La Macorina. Chavela Vargas la conoció en La Habana bajando "de un coche blanco" y jamás olvidó "sus ojos rasgados y su pelo fiero". La cantante recuerda la deslumbrante belleza de la cubana que da nombre a una de sus canciones más populares. Cuenta ya 91 años detrás de sus gafas oscuras y tal vez se ha ayudado de dosis de imaginación, pero no deja de estremecer su vívido relato que concluye musitando la letra de la guaracha (Ponme la mano, aquí, Macorina...). Conmueve cuando canta con un hilo de voz ronca y rememora episodios de su pasado bañado con tequila. Por lo demás, se la ve relajada, tranquila y libre cuando habla. Es la última entrevista filmada a la gran cantante.
Su interlocutor es Rafael Amargo. El popular bailaor debuta como realizador de la película documental El amor Amargo de Chavela, que se estrena este viernes en varias ciudades españolas. En el filme sintetiza ocho horas de conversación con la gran artista mexicana de adopción, que se muestra franca, sin prejuicios a la hora de hablar. "Con la vida increíble que ha tenido.... Claro, me contaba cosas maravillosas. Fue muy generosa. Habla abiertamente de su lesbianismo o de Fidel [Castro], que le encantó cuando lo conoció...", comenta Almagro, al término de la presentación de la película este martes en los cines Babel de Valencia.
"Me enamoro y siempre tengo miedo a que me dejen. Y entonces es cuando me dejan más rápido", dice en la película Chavela Vargas (Costa Rica, 1919-México, 2012). El bailaor fue a visitarla cuando estaba trabajando para la televisión mexicana. La encontró muy sola y fue prodigándose en su casa. De ahí surgió la idea de hacer un documental que recogiera su testimonio. Se grabó entre 2010 y 2012. El coreógrafo la había conocido en Madrid en 1994 gracias a Pedro Almodóvar. Tras un concierto, bailó para ella en una fiesta. Admiraba su música y compartía con ella la pasión por Federico García Lorca.
Además, estaba atravesando una crisis emocional y artística, no sabía por donde tirar y buscaba consejo. "No sabía si dejar la danza. Tenía 35 años y ella me dijo: 'Hijo, tu sabes la de crisis que yo he tenido. Hay que aguantar y seguir tirando'", recuerda el ahora cineasta, que trabaja en estos momentos para un programa de la RAI 1 en Roma y proyecta seguir haciendo cine como actor.
En la pantalla, Chavela recita con devoción versos de García Lorca, reivindica su amor por los gitanos y maldice a los que le mataron con 36 años: "Hijos de puta que lo mataron". Amargo es también protagonista y se introduce como un personaje de ficción, como un mensajero que lleva una carta del escritor a la cantante, rememorando también a su abuelo, que fue cartero de García Lorca.
El bailaor no muestra a la Chavela más enferma, a la que aún dio un concierto en la Residencia de Estudiantes de Madrid en 2012. "Quiero mantener una imagen de ella", apunta Amargo que recibió la bendición del peyote de la cantante y chamán Chavela Vargas. Es el fin de la pelicula.
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