domingo, 4 de agosto de 2013

César Vallejo


4 de agosto de 1922: se publica Trilce, obra poética del escritor peruano César Vallejo (1892-1938)


Trilce (Lima, 1922) es el poemario más importante y conocido del poeta peruano César Vallejo, y está considerado, merced a sus audacias lexicográficas y sintácticas, como una obra capital de la poesía universal moderna y obra cumbre de la Vanguardia poética en lengua española.

Vallejo lo empezó a escribir en 1918; su mayor parte fue escrita en 1919, y los últimos dos poemas en 1922. La edición príncipe (primera edición) fue impresa en los Talleres de la Penitenciaría de Lima, en un tiraje corto de 200 ejemplares.

Trilce empezó a circular en octubre de 1922. Constaba de 121 páginas de texto y XVI de prólogo, este último escrito por Antenor Orrego, fraternal amigo de Vallejo. Llevaba en la portada un retrato a lápiz del poeta, realizado por Víctor Morey Peña.

El precio de venta de cada ejemplar fue de 3 soles. La edición misma le costó a Vallejo 150 soles, la cual pudo sufragar con el monto del premio que ganó en un concurso literario celebrado en Lima por la sociedad cultural “Entre nous” en diciembre de 1921 (el cuento premiado en tal ocasión fue el titulado Más allá de la vida y la muerte, que luego formaría parte de su libro de relatos Escalas melografiadas).1

La obra pasó casi inadvertida, cuando no incomprendida y aun vilipendiada. Luis Alberto Sánchez, recordando esos días, escribió:

«Trilce fue una isla incógnita y repudiada. Orrego y yo nos hicimos el hara-kiri crítico al amparar eso que los "viejos" llamaban, irritados, "disparate", y los jóvenes "pose"

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Hay un lugar que yo me sé 
en este mundo, nada menos, 
adonde nunca llegaremos. 

Donde, aun si nuestro pie 

llegase a dar por un instante 
será, en verdad, como no estarse. 

Es ese sitio que se ve 
a cada rato en esta vida, 
andando, andando de uno en fila. 

Más acá de mí mismo y de 
mi par de yemas, lo he entrevisto 
siempre lejos de los destinos. 

Ya podéis iros a pie 
o a puro sentimiento en pelo, 
que a él no arriban ni los sellos. 

El horizonte color té 
se muere por colonizarle 
para su gran Cualquiera parte. 

Mas el lugar que yo me sé, 
en este mundo, nada menos, 
hombreado va con los reversos. 

?Cerrad aquella puerta que 
está entreabierta en las entrañas 
de ese espejo. ?¿Está?? No; su hermana. 

?No se puede cerrar. No se 
puede llegar nunca a aquel sitio 
do van en rama los pestillos. 

Tal es el lugar que yo me sé.

Trilce - César Vallejo

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