El Diablo pregunta:
- ¿No estás harto?
Dios no contesta. Ambos intercambian una mirada de complicidad en medio del silencio. De pronto, tiran al mismo tiempo del tablero y alfiles, peones, reyes y reinas vuelan por todas partes. Acto seguido, se alejan con rumbos opuestos sin decirse nada más. Y por fin dejan a la humanidad en paz; cada quién a merced de su propio Dios y de su propio Diablo…
Georgina Montelongo (lo compartimos desde el muro del grupo "Punto de Quiebre")
No hay comentarios.:
Publicar un comentario