La pirámide socioeconómica se ensancha en los extremos y el gobierno de Dilma Rousseff no reconoce los cambios para la implementación de políticas públicas en el país
Una protesta por la educación en Río de Janeiro. / ANTONIO LACERDA (EFE)
Un estudio basado no sólo en datos de renta sino que responde a otros 35 indicadores ha servido para rehacer una nueva pirámide socioeconómica de Brasil. En ella, se ensancha en la base el número de pobres y en lo alto la de ricos. Los pobres pasarían así de los actuales 13,94 millones (7,3%) a 29,6 millones (15,5%). Los ricos pasan del actual 1,8% de la población a un 2,8%.Los primeros tendrían una renta de 854 reales (427 dólares) y los segundos de 18.000 reales (9.000 dólares). En en el medio se sitúan las diferentes clases medias que también disminuyen con los nuevos criterios pasando del actual 58% de los brasileños a un 55,9%.
La nueva pirámide ha sido dibujada según los datos de la investigación llevada a cabo por Wagner Kamakura, de la Rice University y José Affonso Mazzon, de la Universidad de Sao Paulo. Este nuevo retrato de la pirámide socioeconómica no será tenida en cuenta por el gobierno dela presidenta Dilma Rousseff para la aplicación de las políticas sociales, pero sí por las empresas de publicidad y venta de productos y para que la sociedad conozca otros criterios capaz de analizar con mayor rigor la pobreza y la riqueza que no la mera económica.
Por ejemplo, de los que están en la base de la pirámide, considerados pobres o muy pobres, el 60%, ha cursado un máximo de tres años de estudios básicos y la media de baños de sus casas no llega a uno por familia. Entre la población más rica el 65% tiene 15 años de estudio y le sobran baños. Los muy ricos no figuran en el estudio. En manos de los tres niveles más altos de la pirámide está por ejemplo el 54% del consumo y el 74% de los seguros de salud privados. La base de la pirámide no tiene acceso a escuelas privadas, ni posee casa propia. El 68% de los gastos se hacen en cultura y recreación, y está en manos de un quinto de la población.
Según el sociólogo Jessé de Souza es un error clasificar a los pobres y ricos sólo por la renta, sin tener en cuenta, por ejemplo, el factor educación. En este sentido, para él, el 30% de la población está aún excluido de ella, lo que les constituiría como pobres aún ganando el sueldo mínimo de 740 reales (370 dólares), un criterio que el gobierno emplea para colocar a esas personas en la clase media y fuera de la pobreza.
Entre los pobres de Brasil los más penalizados siguen siendo los jóvenes sin estudio ni preparación profesional entre los que el desempleo llega a un 18% en algunas regiones. Brasil tendrá la próxima década 33 millones de jóvenes entre 14 y 24 años. Ellos son el futuro de la economía del país, pero son hoy los menos preparados profesionalmente. De ahí, como subrayan ellos mismos en entrevistas, no sólo les cuesta encontrar trabajo, sino que lo pierden con frecuencia por falta de estudios o preparación técnica. Por ello el gobierno Rousseff está lanzando en todo el país una serie de proyectos para profesionalizar a esos millones de jóvenes y conseguir que concluyan los estudios secundarios.
Sociólogos y economistas insisten en que sería un error empujar a todos los jóvenes a asistir a la universidad ya que las empresas necesitan con urgencia no sólo licenciados y doctores sino también técnicos. La revolución brasileña con miras al futuro del gigante económico empieza por un cambio radical en la educación, una de las cenicientas del país, según los expertos en la materia. En un país donde hasta hace poco nadie salía a la calle a protestar, ahora, el centro de Río de Janeiro y de otras ciudades del país ha sido tomados por miles de maestros y profesores en huelga. Todos exigen mayor calidad en la educación, más medios para la enseñanza, mejor preparación profesional y salarios más dignos.
La mayoría de los maestros no recibe ni el techo obligatorio de mil reales (menos de 500 dólares). Hace unos días, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon ha recordado que hoy el mundo posee el mayor número de jóvenes de la historia: la mitad de los 7,000 millones de habitantes. Es una generación que puede sufrir las garras del desempleo. De los más de 30 millones de jóvenes brasileños, son pobres más del 30%. Entre el 10% más pobre, el 77% ni estudia ni trabaja. Entre el 10% más rico sólo no trabajan el 6,9%. Y son esos jóvenes, los que según Ban Ki-moon, más deseos tienen de “cambiar el rumbo de la historia”.
JUAN ARIAS Río de Janeiro
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