La añoranza es un sentimiento universal que, lejos de perjudicar, tiene efectos psicológicos y sociales positivos
Mirar atrás con nostalgia no es un sentimiento debilitador, sino una actividad muy saludable. Tanto, que las personas más fuertes psíquicamente, las primeras que se rehacen tras un duro golpe, la usan como mecanismo de recuperación. Entre sus beneficios se encuenttran una mayor felicidad, combate de la soledad y alivio de la exclusión social.
Durante los siglos XVIII y XIX, la nostalgia era considerada una enfermedad. El término se usó para definir el estado de añoranza que sufrían los mercenarios suizos repartidos por las cortes europeas. Ya en el siglo XX, los médicos la catalogaron de desorden psiquiátrico que, mediada la centuria, rebajaron a la categoría de depresión. Sin embargo, expertos de cuatro universidades de EEUU, Reino Unido y China han realizado varios estudios (publicados por la Asociación de Psicología del Reino Unido) para demostrar que la añoranza hace más bien que mal.
Lo primero que han comprobado, tras realizar trabajos en 14 países de cuatro continentes, es que la nostalgia es un sentimiento universal. Además, aunque se pueda acentuar con la edad, se da a lo largo de toda la vida.
Relato redentor
Los recuerdos suelen seguir el patrón de lo que los psicólogos llaman relato redentor. Aunque hay elementos negativos y positivos, se parte de un estado no deseado (de dolor, pérdida o exclusión) para llegar a un estado positivo (de aceptación, euforia o triunfo). En este proceso, la persona se remonta a un momento de su pasado (la niñez, unas vacaciones, un amor perdido) en el que es el protagonista y está rodeado de personas que le quieren. Así lo han comprobado los investigadores en estudiantes y trabajadores chinos emigrados a la ciudad, estudiantes de institutos británicos y adultos estadounidenses y canadienses.
El detonante más habitual de la nostalgia es un malestar personal, en especial la soledad. Se da un curioso fenómeno que los expertos denominan supresión estadística: la soledad reduce directamente la percepción del apoyo social pero, al inducir recuerdos nostálgicos, magnifica la sensación de integración social. Para los autores, este aparente empate se resuelve a favor de la nostalgia por sus efectos beneficiosos añadidos.
Entre otros, la nostalgia eleva los sentimientos positivos y mejora la percepción sobre uno mismo. Además, estos recuerdos ayudan a dar significado a la vida, lo que reduce la angustia existencial. Por último, como emoción social, estrecha los lazos sociales y la relación con lo demás.
Integración de inmigrantes
En una puesta en común de sus trabajos, los expertos de las cuatro universidades apuestan por la nostalgia como mecanismo para atacar varios trastornos psicológicos. Ante el choque que sufren los inmigrantes en una cultura que no es la suya, podría usarse como medio de integración. Al promover la salud psicológica, “facilitaría la tarea de la integración cultural”, explican.
Los expertos reconocen que un exceso de nostalgia puede tener un efecto narcótico. “Una aspirina que trate los síntomas del estrés de aculturación antes que sus causas”, escriben. Sin embargo, argumentan que, en general, las personas que recurren al recuerdo nostálgico también tienden a un estado y actitud más positiva ante la vida.
Un sorpresa que revelaron los estudios es que la nostalgia, asociada tradicionalmente a los pusilánimes, es un recurso habitual de los fuertes. Una serie de pruebas a 193 trabajadores de ambos sexos de una factoría china mostraron que aquellos más adaptativos, los primeros que se recuperan ante una desgracia, eran los que más recurrían a los recuerdos nostálgicos. Esto podría servir, según los expertos, en terapias psicológicas. “Las personas podrían ser entrenadas para beneficiarse de la función restauradora de la nostalgia.de la nostalgia.EFE
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