El expresidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, de 95 años, cumple hoy dos meses hospitalizado envuelto en las dudas sobre su verdadero estado de salud
Crítico, pero estable. Así ha estado Nelson Mandela, prácticamente de manera invariable, desde su entrada en el hospital, hace hoy dos meses. Conectado a la máquina de respiración asistida y a un aparato de diálisis, el icono de la lucha contra el apartheid parece haber quedado anclado para siempre a la cama de la Clínica del Corazón Medi-Clinic de Pretoria.
Nelson Mandela ingresó de urgencia el pasado 8 de junio debido a una infección pulmonar recurrente que contrajo en sus años de prisión en la isla de Robben Island y pasó sus peores momentos en la jornada del 23 de ese mes, cuando la Presidencia anunció que su situación era «crítica».
A partir de ahí, el expresidente de Sudáfrica ha logrado superar todos los embates de su enfermedad, en la estancia hospitalaria más larga de su vida, y logró contra todo pronóstico cumplir 95 años el pasado 18 de julio.
Pero la «recuperación sostenida» que mantiene como diagnóstico el Gobierno de Pretoria no ha hecho más que aumentar las dudas sobre su verdadero estado de salud. Los sudafricanos se preguntan cuánto tiempo puede una persona permanecer en estado crítico mientras sigue mejorando, o cuán sostenida tiene que ser su recuperación para ser dado de alta.
Desde el supuesto «estado vegetativo permanente» que su familia constató en un documento judicial a finales junio, a la posibilidad de que pudiera volver pronto a casa, semanas después, durante la celebración de su cumpleaños.
Hace apenas unos días, la cadena CBS informó de que Mandela no respondía al tratamiento y había sido intervenido supuestamente para desbloquear el tubo de diálisis, mientras que las máquinas que le mantienen con vida mostraban síntomas de agotamiento.
La Presidencia respondió el pasado 30 de julio con el mismo comunicado: Mandela «continúa mejorando», aunque sigue «en estado crítico, pero estable».
Tono de despedida
Este miércoles, los arzobispos de Consejo de Iglesias de Sudáfrica acudieron a la clínica de Pretoria para rezar por Mandela. No le vieron, aunque su mujer Graça Machel les aseguró que el expresidente podía oír sus oraciones desde la otra sala.
«Dios está usando a Madiba –como se le conoce en Sudáfrica- y su larga convalecencia para mostrarnos el gran desafío de que nos unamos bajo los valores que representa», afirmó el arzobispo Joe Seoka a las puertas del hospital.
Sean cuales sean las palabras, todas tienen una lectura de despedida. Como las visitas de Barack Obama, primero, y el expresidente de EEUU, Bill Clinton, que se encuentra estos días de visita en Sudáfrica.
Clinton viaja para conocer el estado de distintos proyectos financiados por su fundación, aunque su estancia en el país se lee también como un posible adiós a su amigo el expresidente Mandela.
Aun se desconoce si Bill Clinton acudirá al hospital para verle en persona. Le encontrará consciente, capaz de entender lo que ocurre a su alrededor. Crítico, pero estable. Y mejorando.
JAIME VELÁZQUEZ / CORRESPONSAL EN JOHANNESBURGO
No hay comentarios.:
Publicar un comentario