Las primarias argentinas suponen una seria advertencia para Cristina Fernández
Las elecciones primarias celebradas el domingo en Argentina han dejado un regusto amargo a Cristina Fernández. La votación estaba destinada a configurar las listas que los partidos presentarán a las legislativas del 27 de octubre, pero se ha vivido, inevitablemente, como un plebiscito sobre la gestión gubernamental. Y el desenlace dista de ser alentador. El kirchnerismo ha cosechado los peores resultados en 10 años de poder y la presidenta ve alejarse la posibilidad de aspirar a una reelección.
El oficialista Frente para la Victoria (FpV) ha perdido en 14 de los 24 distritos del país, entre ellos los cinco principales (la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, la capital federal y Mendoza). La derrota se ha extendido a bastiones del kirchnerismo, como Santa Cruz o Chubut.
Las primarias del domingo proyectaron además a una estrella emergente. Sergio Massa, jefe de Gabinete de Fernández antes de distanciarse de ella, ganó en la estratégica provincia de Buenos Aires, que concentra el 37% del voto nacional. Habrá que ver si su liderazgo es flor de un día, pero si logra afianzarse y unificar las diversas corrientes del peronismo crítico, Massa puede acabar con la hegemonía kirchnerista ante las presidenciales de 2015. Hábil, ambiguo y con un buen desempeño como alcalde de Tigre, Massa ha ganado en un pulso directo con la presidenta —que se implicó a fondo en la campaña de su candidato, Martín Insaurralde— y con un discurso templado que promete revertir el intento de control del Poder Judicial, la confrontación permanente, la inflación o la inseguridad.
El FpV sigue siendo el más votado a nivel nacional. Es tan cierto como inevitable, dado que es la única fuerza que se presentó en todos los distritos. Pero la votación que obtuvo (26%) es cinco puntos más baja que la cosechada en las complicadas elecciones de 2009, y está a años luz del 54% que logró la propia Fernández en 2011.
Es pronto para extraer conclusiones. Son unas primarias, faltan dos meses para renovar parcialmente el Legislativo, dos años para las presidenciales y la oposición está dispersa. Pero si se mantiene la pauta del domingo, es difícil que los cristinistas logren en octubre los dos tercios que necesitan para cambiar la Constitución y abrir la puerta a una tercera candidatura de su líder. El proyecto K está en el alero. La crispación y los errores de gestión, sobre todo en la economía, empiezan a pasar factura. Soplan vientos de un cambio necesario.
Nota editorial El País de Madrid (13/08/13)
Las elecciones primarias celebradas el domingo en Argentina han dejado un regusto amargo a Cristina Fernández. La votación estaba destinada a configurar las listas que los partidos presentarán a las legislativas del 27 de octubre, pero se ha vivido, inevitablemente, como un plebiscito sobre la gestión gubernamental. Y el desenlace dista de ser alentador. El kirchnerismo ha cosechado los peores resultados en 10 años de poder y la presidenta ve alejarse la posibilidad de aspirar a una reelección.
El oficialista Frente para la Victoria (FpV) ha perdido en 14 de los 24 distritos del país, entre ellos los cinco principales (la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, la capital federal y Mendoza). La derrota se ha extendido a bastiones del kirchnerismo, como Santa Cruz o Chubut.
Las primarias del domingo proyectaron además a una estrella emergente. Sergio Massa, jefe de Gabinete de Fernández antes de distanciarse de ella, ganó en la estratégica provincia de Buenos Aires, que concentra el 37% del voto nacional. Habrá que ver si su liderazgo es flor de un día, pero si logra afianzarse y unificar las diversas corrientes del peronismo crítico, Massa puede acabar con la hegemonía kirchnerista ante las presidenciales de 2015. Hábil, ambiguo y con un buen desempeño como alcalde de Tigre, Massa ha ganado en un pulso directo con la presidenta —que se implicó a fondo en la campaña de su candidato, Martín Insaurralde— y con un discurso templado que promete revertir el intento de control del Poder Judicial, la confrontación permanente, la inflación o la inseguridad.
El FpV sigue siendo el más votado a nivel nacional. Es tan cierto como inevitable, dado que es la única fuerza que se presentó en todos los distritos. Pero la votación que obtuvo (26%) es cinco puntos más baja que la cosechada en las complicadas elecciones de 2009, y está a años luz del 54% que logró la propia Fernández en 2011.
Es pronto para extraer conclusiones. Son unas primarias, faltan dos meses para renovar parcialmente el Legislativo, dos años para las presidenciales y la oposición está dispersa. Pero si se mantiene la pauta del domingo, es difícil que los cristinistas logren en octubre los dos tercios que necesitan para cambiar la Constitución y abrir la puerta a una tercera candidatura de su líder. El proyecto K está en el alero. La crispación y los errores de gestión, sobre todo en la economía, empiezan a pasar factura. Soplan vientos de un cambio necesario.
Nota editorial El País de Madrid (13/08/13)
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