BBC Mundo, Bogotá (@bbc_wallace)
Cuando el que muchos consideran el político más popular del país compite por un puesto en el senado y no por la presidencia de la República, sobran razones para ponerles especial atención a las elecciones parlamentarias.
Y si ese candidato encabeza además la oposición al gobierno y a un proceso de paz que puede ponerle fin a un conflicto armado que ya dura 50 años, los comicios legislativos adquieren todavía una mayor relevancia.
Eso es lo que ocurre en Colombia, donde este 9 de marzo más de 32 millones de ciudadanos están llamados a elegir a los 102 senadores y 167 miembros de la Cámara de Representantes que integran su parlamento.
Y eso no es lo único que se juega el país en las urnas.
BBC Mundo le explica por qué este año las elecciones legislativas colombianas son particularmente importantes.
El proceso de paz
El gobierno de Colombia inició un diálogo con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, en noviembre de 2012 y ha dicho que espera completarlo antes que acabe este año.
Eso significa que el parlamento que se elija el domingo muy probablemente tendrá que construir la mayor parte del andamiaje legal llamado a sostener los acuerdos de La Habana, Cuba.
Y, en esa labor, los nuevos parlamentarios también tendrán que buscar cómo balancear los sentimientos contradictorios que las negociaciones han despertado entre la mayoría de los colombianos.
Según las encuestas, la mayor parte de la población apoya los diálogos pero no quiere ver a los guerrilleros de las FARC participando en política y lejos de la cárcel, dos concesiones que parecen inevitables para que estos abandonen la armas.
Y además de garantizar el balance entre justicia y paz, el nuevo parlamento también tendrá que aterrizar acuerdos que, en teoría, están llamados a transformar radicalmente la realidad del país en temas que van desde el desarrollo rural hasta la participación política, pasando por la lucha contra el narcotráfico.
Dependiendo del resultado de las elecciones, el parlamento podría además terminar convirtiéndose en el principal obstáculo para las negociaciones.
Y para evitar sorpresas, el gobierno de Juan Manuel Santos, que tiene amplias posibilidades de ser reelegido, necesita una mayoría clara y/o un buen resultado de las fuerzas políticas comprometidas con las conversaciones de La Habana.
El futuro político de Uribe
A juzgar por las encuestas el expresidente Álvaro Uribe sigue siendo el político más popular de Colombia.
Y el exmandatario, que en los últimos años se ha convertido en la cabeza más visible de la oposición al proceso de paz y al presidente Juan Manuel Santos, ahora quiere ejercer esa oposición desde el senado.
Como cabeza de lista del movimiento Centro Democrático y una intención de voto del 23% ,según las últimas encuestas, Uribe tiene la elección más que asegurada.
Pero la diferencia entre intención de voto y popularidad –según los últimos sondeos, el 56% de los colombianos tiene una imagen favorable del exmandatario– sugiere que no todos los que piensan bien de Uribe necesariamente apoyan su regreso a la política como parlamentario.
Algunos analistas también sostienen que la participación en los comicios podría terminar perjudicando al expresidente, al dejar en claro los límites de su influencia política y la del movimiento político por él creado.
"Es muy difícil que supere los 15 curules (en el parlamento). Y cuando uno parte de una expectativa de 30, 35 curules y sólo obtiene 15, esa es una derrota", agregó el analista.
Esos resultados no parecen nada despreciables para un movimiento político incipiente.
Pero además de saberle a poco, también pueden terminar afectando la imagen de un político al que hasta ahora muchos consideraban imbatible y marcar los límites de su capacidad para heredarle votos a otros candidatos, incluyendo en las próximas elecciones presidenciales.
El veredicto final, sin embargo, lo darán las urnas. Y la verdad es que solo, o acompañado, un Uribe en el congreso puede llegar a ser un adversario formidable.
Renovación, continuidad o voto en blanco
Más que debates entre candidatos, las semanas previas a las elecciones legislativas han estado marcadas por la polémica en torno al voto en blanco.
En Colombia esta es una opción que tiene su propia casilla y de obtener la mayoría absoluta obligaría a repetir los comicios parlamentarios.
Pero aunque esta alternativa sigue marcando alto en las encuestas, es muy poco probable –por no decir imposible– que esto ocurra con las votaciones de este año.
Efectivamente, según el último sondeo de la firma Datexco para el diario El Tiempo y W Radio, el voto en blanco por el momento es la opción de poco más del 19% de los votantes.
Y aunque el número de indecisos es mucho mayor –53%, siempre según el mismo sondeo de Datxco– el aparente descontento de la población con las diferentes opciones históricamente se ha traducido sobre todo en un alto nivel de abstencionismo, por lo que difícilmente obtendrá el 51% necesario.
Así las cosas, son muchos los analistas que consideran que el voto en blanco castigará a los candidatos que intentan capturar el llamado "voto de opinión" y terminará favoreciendo a los candidatos de las maquinarias partidarias.
Y, en esas circunstancias, podría tener un impacto muy diferente al que sus promotores están buscando.
"(Con el voto en blanco) la gente está mostrando un descontento generalizado frente a los partidos", le explicó a BBC Mundo la directora del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga, Marcela Prieto.
Y, si las encuestas aciertan, más que un congreso renovado Colombia terminará eligiendo a muchos de los sospechosos de siempre y sólo unas pocas nuevas caras.
La influencia de los ilegales
Otro examen importante para el país tiene que ver con la capacidad de influencia de los grupos ilegales.
Por un lado está la presión ejercida por grupos armados como las guerrillas y las bandas criminales de origen paramilitar, las que muchas veces no dudan en recurrir a la violencia para influir sobre las votaciones.
Y aunque según la ONG Misión de Observación Electoral esa amenaza ha disminuido con respecto a comicios pasados, sus análisis también indican que la violencia volverá a ser un factor en el 35% de los municipios colombianos.
De hecho, en lo que va de la campaña electoral la MOE registró un hecho de violencia política cada dos días.
Y si el riesgo de violencia se redujo, el riesgo de fraude electoral aumentó, pues según la misma ONG el riesgo de fraude en las elecciones para el senado pasó de 291 municipios en 2010 a 410 este año.
Mientras, un estudio de la fundación Paz y Reconciliación identificó a 131 candidatos sospechosos de tener algún tipo de relación, directa o indirecta, con grupos ilegales.
Según el estudio, en departamentos como Bolívar y Norte de Santander, muchos de estos aspirantes tienen grandes posibilidades de llegar a la cámara o el senado.
Y entre los candidatos señalados, muchos de ellos vinculados a partidos tradicionales, hay varios herederos de congresistas manchados por el escándalo de la parapolítica, que se saldó con la condena de 61 parlamentarios e investigaciones para otros 67 por nexos con los grupos paramilitares.
Lo que sugiere que, más de ocho años después, Colombia no ha logrado sanear del todo su política parlamentaria.
"Yo no le atribuyo la responsabilidad de eso sólo a la dirigencia política, a los partidos políticos. El problema de fondo es que en la sociedad colombiana hay una gran tolerancia con la ilegalidad, con la trampa", le dijo a BBC Mundo León Valencia, el director ejecutivo de la fundación.
"Es un problema de cultura política del país", concluyó.
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