“Mi incursión en la ilustración fue tardía y una completa casualidad”
Deslumbrante es el trabajo del talentoso ilustrador Gabriel Pacheco. Galardonado en los más prestigiosos certámenes este creador mexicano de cuarenta años, posee un portafolio de ensueño, ilustrando clásicos inolvidables de la literatura que han sido publicados en México, USA, Italia, España, Francia, Portugal, Rusia, Corea y Japón. Sus ilustraciones son una misteriosa interpretación de los textos, poesía visual en atmósferas visuales únicas con la que logra entregar una mirada romántica y surrealista a través de un uso del color e iluminación realmente admirable. De su casual encuentro con el arte, sobre su proceso creativo y cuidada técnica, así como del estado de la ilustración actual nos habla in extenso en esta entrevista desde Buenos Aires.
Gabriel, ¿Cuándo y cómo surge tu interés por el arte y específicamente por la ilustración?
Creo que no ha habido un momento exacto, más bien he sido del tiempo indeterminado que el interés ha ayudado mantener. De niño yo dibujaba como cualquier otro sin ser nunca un virtuoso, tampoco fui ningún elegido por los dioses que me hiciera dibujar todo el día, así que mi incursión en la ilustración fue tardía y lo que es más, una completa casualidad, digamos que soy más producto de la perseverancia que de otra cosa. La relación con el arte fue un acercamiento circunstancial también, aunque también supongo que esperado, mis hermanas estudiaron diseño y artes plásticas y ellas fueron las que trajeron los primeros libros de arte a casa; tampoco es que desde entonces me haya vuelto un amante devoto, más bien fue solo un primer momento para un tiempo posterior, siempre me mantuve como un chico común. Y justamente eso fue lo que me hubiera salvado de joven, el acercamiento con el arte, pero en su parte de disfrute, claro, después vinieron las clases, las incursiones y el amor a ello, tanto que hoy en día es una pasión imprescindible en mi día. No puedo ver la vida y entenderla de otra forma.
Estudiaste escenografía en la escuela de teatro ¿Qué influencia tuvo tu educación en tu perspectiva artística actual?
Mucha. Claro, en el principio solo era una especie de anécdota, pero al final se ha convertido en un soporte de reflexión importantísimo en mi trabajo. El haber estudiado teatro, pero sobre todo el haber conocido sobre dirección escénica y entender muchas ideas de directores, me mostraron toda una forma de percibir la realidad, de instrumentalizarla. Es cierto que hay particularidades que me han servido sustancialmente, empezando por el análisis de texto, tuve cuatro años de esa materia en la escuela y en verdad me ha ayudado mucho, pero también el desarrollar talleres de ilustración ha sido fundamental para estructurar todas esas ideas y conceptos. La manera en que veo el mundo, en que leo cada texto y la manera en que percibo las realidades son una desembocadura lógica de lo que he sido. A propósito de esta idea, me he fijado que soy muy dramático a la hora de ilustrar, más evidente no puede ser toda esa influencia que uno es de todo lo que ha sido.
¿Cuáles son tus referentes o gente que admires, del mundo del arte en general? ¿Quiénes te han influenciado en el crecimiento y desarrollo de tu profesión?
Octavio Paz, poeta y escritor mexicano, Pina Bausch y Theo Angelopoulos. Tres enormes genios que mostraban la vida a través de su mirada pero que además no soltaban la anécdota, sus ideas han sido trascendentales en mi vida, yo los llamo mis tres carontes. Por supuesto sigo conociendo enormes artistas que no dejan de enseñarme, Tarkovski, Szymborska, Lorca, Chillida, Tamayo, no sé, muchos. Por la parte de ilustración en definitiva nombro a Wolf Erlbruch y a Pablo Amargo como dos referentes, la admiración interminable a Zabala, Auladell, Concejo, Narges, uf, no terminaría. Pintores, escultores, performanceros, incluso clowns de circo, Phillipe Ménard por ejemplo. Interminable.
¿Podrías describir tu proceso de diseño y las técnicas detrás de sus ilustraciones?
El proceso es caótico, puede comenzar en cualquier punto, pero esencialmente comienza con un escrito que hago sobre el texto, frases sueltas o meras palabras. Este proceso es el más importante para mí, el más sustancial. Después de esta inmersión viene el trabajo de encuentros, dibujos, lecturas; pienso, imagino, sigo dibujando claro, pero busco por otros lados un “algo” que me llame la atención y con lo que pueda arrancar: una mancha, una fotografía, un fragmento de poesía o últimamente estoy trabajando con recuerdos personales; no sé, algo que considere con peso y con cierta lógica para la idea principal. Mi intento es abrir el registro, no solucionar directamente con el dibujo, sino tratar de tener otras ideas que el dibujo no ve. Es decir, el hecho de comenzar conceptualizando una idea me permite visualizar cualquier posibilidad, así que todo después es hallazgo. Por la parte técnica puedo comenzar dibujando solo con lápiz y escaneando al final o dibujando sobre el ordenador directamente. Es muy alterable el modo en que trabajo. Todo puede ser generado exclusivamente en el ordenador o puedo realizar una textura sobre el papel y después escanearlo para terminar la ilustración sobre papel y volver a escanear. Lo que sí es constante es la entrega que la hago siempre electrónicamente, así intento optimizar el color y cuidar la ilustración a más no poder.
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