Tribuna de Opinion El Paìs de Madrid
MIGUEL KIGUEL
MIGUEL KIGUEL
Un default agravaría la situación económica y complicaría el panorama de las reservas
¿Está Argentina en peligro de sufrir un nuevo default? El riesgo existe pero la respuesta no es obvia, especialmente porque el país se encuentra entre la espada y la pared y tendrá que elegir entre diferentes opciones en las que algunas tienen un alto costo financiero para el país y otras un alto costo político y económico.
Luego de las reestructuraciones de la deuda pública que se llevaron adelante en el 2005 y 2010 Argentina logró canjear algo más del 92% de los bonos que originalmente entraron en default en el 2001. Los bonistas rebeldes, los llamados holdouts, que no aceptaron la quita optaron por la vía judicial reclamando el total de la deuda original, más intereses, más punitorios.
La justicia falló a favor de los holdouts en primera y en segunda instancia y la Corte Suprema de EEUU acaba de decidir que no iba a tomar la apelación del caso, con lo cual el fallo quedó en firme y dictaminó que Argentina tiene que pagar.
Los montos en juego son importantes, ya que el caso de NML Elliottt que llegó a la Corte es por unos 1.400 millones de dólares, una cifra que rápidamente podría subir a 15.000 millones de dólares si se utiliza el mismo criterio para el resto de la deuda que aún se encuentra en default.
El gobierno está evaluando su respuesta ante el fallo adverso. No cumplirlo implica entrar en desacato de la justicia americana, y un nuevo default con las consecuencias negativas que tendría sobre el nivel de actividad, el empleo y la inversión. Negociar y pagarle a los holdouts puede ser visto como una capitulación ante ellos, lo que implica un costo político importante aunque tiene la recompensa de que bajaría el riesgo país, aumentaría el crédito externo y se preservaría el nivel de actividad.
¿Cuál es el costo financiero de acatar el fallo y pagar? Argentina le debería pagar unos 15.000 millones de dólares a los holdouts, un monto equivalente al 50% de las reservas, una cifra demasiado alta en el momento actual. Pero el juez Griesa abrió la puerta para una negociación con lo cual Argentina podría presentarse al juez y explicarle que las reservas han caído de 52.000 a 28.000 millones de dólares desde que se emitió el fallo original hasta ahora, con lo cual en la práctica ha habido un cambio material que le impide a la Argentina cumplir el fallo original.
El argumento sería que no es falta de voluntad sino falta de capacidad de poder pagar todo “al contado”. Este argumento podría abrir la puerta de una negociación para que Argentina pague en cuotas y de esa forma se evite el default.
Otra opción es no acatar el fallo de la justicia y simplemente decirles a los bonistas que entraron al canje que ahora no podrán recibir sus pagos de capital e intereses en Nueva York dado que la justicia no lo permite y que los mismos se van a hacer de ahora en más en la Argentina u ofrecerles canjearles los bonos emitidos bajo legislación Nueva York por otros de legislación argentina. En este caso Argentina entraría en default por razones técnicas, pero default al fin, ya que los bonistas no recibirían los pagos de acuerdo con las condiciones de emisión de los bonos, lo que implicaría importantes costos para la producción, el consumo y el empleo.
El gobierno argentino desde fines del año pasado viene haciendo esfuerzos para recomponer sus relaciones con los mercados financieros internacionales con el objetivo de atraer inversiones y tener acceso al crédito externo. En esa línea se encuentran los acuerdos para resolver los juicios del CIADI por unos 600 millones de dólares que le abriría la puerta para nuevos préstamos del Banco Mundial, el acuerdo con Repsol por la expropiación de YPF para atraer inversiones en el sector petrolero y en la explotación del shale gas en el yacimiento de Vaca Muerta, y más recientemente el acuerdo con el Club de París para el financiamiento de inversiones a tasas preferenciales por parte de las agencias de crédito de los países industrializados
El problema de los holdouts es hoy el eslabón más débil y el que falta para recomponer la cadena que le permita a la Argentina recomponer su situación con los mercados financieros y volver a los mercados voluntarios de deuda aprovechando las bajas tasas de interés que prevalecen en el mundo.
La economía argentina está pasando un momento difícil, ya que sufre una fuerte recesión, la inflación es muy elevada y este año superará el 30% anual, el riesgo país es muy alto y las reservas están en niveles muy bajos. Un default agravaría la situación económica y complicaría el panorama de las reservas mientras que una negociación con los holdouts abriría la puerta al crédito externo y facilitaría una recuperación económica. Las alternativas son claras, la decisión la sabremos muy pronto.
* Miguel Kiguel es economista, Director de la consultora Econviews, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella. Twitter: @Kiguel
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