El exmandatario y contendiente a la presidencia de Uruguay, Tabaré Vázquez, aspira a mantener la izquierda en el poder
El expresidente uruguayo Tabaré Vázquez, de 74 años, venció el pasado domingo en las elecciones internas del gobernante Frente Amplio con holgura (obtuvo un 83% de los votos), lo que le permitirá en octubre optar a un nuevo mandato (el primero, entre 2005 y 2010), suceder a José Mujica y mantener a la izquierda en el poder durante cinco años más. De hablar pausado, sonriente, resulta inevitable que con un hombre de fútbol como él —presidió el Club Atlético Progreso— salga el Mundial en la charla. Anda sorprendido por los 720.000 euros de prima que recibiría cada jugador de España si la selección vuelve a ganar el torneo: “Yo creo que esa cantidad la ganaría medio plantel de Uruguay junto. ¿Cómo podemos estar al mismo nivel?”.
Pregunta. Usted llegó a la presidencia en 2005. Nueve años después lo vuelve a intentar. ¿En qué ha cambiado Uruguay?
Respuesta. Cambió el mundo, la región, el país. Uno de los grandes desafíos del sistema político es interpretar esos cambios, diagnosticarlos, asumirlos y adaptar la acción política a la realidad. Con el corazón en la utopía, pero con los pies en la tierra. En la campaña de 2004, teníamos una desocupación del 17%. Hoy, es del 6%. Cuando recorremos el país, donde antes nos pedían que generásemos puestos de trabajo, la gente, con todo el derecho, reclama hoy otras cosas. Llegaron a un nivel y quiere alcanzar otro superior.
P. ¿Qué piden?
R. Mejor y más educación. El país sufrió una profunda revolución en el sector productivo, en el exportador, en ciencia y tecnología. Llevamos nueve años desarrollando la misma política económica, que da muchas seguridades al inversor extranjero. Han comprobado que Uruguay es un país serio, que honra sus compromisos, que tiene un sistema jurídico confiable, con reglas del juego claras. Tenemos perspectivas para que este despegue sea sostenido, sostenible.
P. ¿Qué balance hace de estos cinco años de Gobierno de José Mujica?
R. Mujica se ha adaptado a las condiciones que ha tenido en estos cinco años, que cambiaron con respecto a los cinco primeros. Cuando nosotros [el Frente Amplio] llegamos, implementamos reformas estructurales en el sistema fiscal, en la educación, en salud. Profundas debilidades que el país tenía y que había que superar. Uruguay estaba quebrado económica y financieramente. En el segundo Gobierno, estas políticas se afianzaron. El gran mérito es que puso todos los temas difíciles sobre la mesa para su discusión, lo que dio una proyección en las políticas sociales, una sensación de modernidad realmente progresista. Un tercer gobierno va a tener el desafío de superar las debilidades que quedan, mejorar las infraestructuras y, sobre todo, el sistema educativo.
P. Uno de esos avances fue la legalización del aborto, que usted vetó como presidente, y la regularización de la venta de marihuana, que ha generado controversia. De llegar al poder, ¿mantendrá esas leyes?
R. Sí, sin duda. Yo me opuse a la ley de liberalización del aborto. Incluso aprobada la ley en el Parlamento, y con un mecanismo constitucional que tiene el presidente, la veté. El Parlamento podía haber levantado mi veto, pero no lo hizo. Ahora Mujica aprobó la ley, con modificaciones, porque creo que está más atenuada. Después se hizo una consulta popular para ver si se derogaba. Y fracasó. El pueblo uruguayo no quiso. Si soy presidente voy a respetar la voluntad popular, por encima de mi opinión personal, que sigue siendo la misma. Igual ocurre con la regularización del consumo de marihuana. Abre un camino alternativo al que se viene desarrollando en el mundo en la lucha contra el narcotráfico y la droga, que ha fracasado. Seguir insistiendo para obtener más fracasos bien amerita intentar otro camino que quizás pueda, en el futuro, dar mejores resultados. Pero esta ley no es solo eso. Tiene aspectos que son importantes, como la educación o la prevención. Que los niños desde la edad escolar sepan que no hay que consumir drogas. Y otro capítulo extremadamente importante es que deja de condenar a la persona que transita a la drogadicción, que se destruye, que es esclavo, para tratar, a través de programas, de ayudarle a salir de ese mundo. Vamos a ver con el tiempo qué resultados da. Hay casos históricos que bien vale tener presente. La ley seca en Estados Unidos contra el alcohol fue un fracaso. Cuando regularizas una situación la puedes controlar mejor. Eso no implica decir a todo que sí.
P. El próximo presidente sucederá a un mandatario que suscita admiración internacional. ¿Cuánto pesa la figura de Mujica?
R. Pesa enormemente. No solo en Uruguay, sino en el mundo. Mujica ha roto los esquemas clásicos de un presidente. Ha estado abierto a buscar acuerdos a través del diálogo: en Uruguay, con los países de la región… Ha tenido la inteligencia de poner sobre la mesa la discusión de temas que eran tabúes en muchos países. Ha sido un vanguardista. Ahora, cada persona es como es, somos únicos e irrepetibles. Él tiene su manera de trabajar, yo la mía.
P. Aunque Uruguay ha crecido en los dos mandatos del Frente Amplio, las encuestas apuntan a una segunda vuelta electoral. ¿Se están desgastando?
R. Las encuestas reflejan un instante, una foto, no son un vídeo. En más de una oportunidad se han equivocado. La pasada semana, por ejemplo, en la elección interna del Partido Nacional, nadie daba como ganador a Luis Lacalle y sí a Larrañaga. Ganó por un 9%. Históricamente, al Frente, en las encuestas previas, no se le ha dado más del 43%. En último momento, si no logramos vencer en esa primera vuelta, creo que vamos a tener la posibilidad de volver a tener mayoría parlamentaria. Veremos cómo se desarrolla la campaña. En España lo saben bien, en 15 días se puede dar la vuelta.
P. El principal aspirante, Luis Lacalle, tendrá en octubre 41 años. El dirigente del Partido Colorado, Pedro Bordaberry, 54. Usted, 74. ¿Qué papel juega la edad?
R. El doctor Lacalle tiene gran futuro, pero en este momento tiene que primar la experiencia. ¿Cree que España, Brasil, Argentina, Uruguay… van a arriesgar a jugar el campeonato con una selección sub-20, por buena que sea? ¿O van a ir con su mejor equipo de adultos, que ya ha participado, que conoce a los rivales? Ninguno va a querer ir con un director técnico que no tenga experiencia en un Mundial porque esa experiencia le sirve para injertar a gente joven para armar el equipo. Yo lo hice en el primer Gobierno, creo en los equilibrios generacionales. La vida es equilibrio.
JAVIER LAFUENTE Madrid
http://internacional.elpais.com/
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